Monday, 4 July 2011
Dingwelt
Público
Now II
Sunday, 3 July 2011
Piñericosas
Saturday, 2 July 2011
Más movilizaciones
Tuesday, 21 June 2011
Mundo revisteril
Además de eso, se lanzó la revista Hélice. Una iniciativa de artes, humanidades y ciencias sociales. Si las ponencias me dejaron insatisfecho, la revista me produce un grado de extrañeza. Aun cuando me parece que estos espacios editoriales son siempre necesarios, me parece que detrás de la forma bien cuidada (papel de buena calidad, lindas ilustraciones, tipografía amable, a pesar de un par de errores editoriales y de diagramación) debiera haber un contenido igualmente cuidado. ¿Cuál es el sentido de publicar los artículos que aparecen en Hélice? ¿Por qué esos y no otros?
Hélice me deja inquieto. A fin de cuentas, las revistas no sobran, pero eso no es razón para guardarse los reparos. No conozco al equipo editorial, ni tampoco es que esté criticando para publicar. Editar una revista nunca ha sido fácil. Sin embargo, me parece necesario preguntarse por los supuestos detrás de un proyecto de este tipo. Hacia dónde irá el proyecto, no tengo idea. Ojalá fructifique y abra otros frentes en su espacio local, pero que eso no implique abadonar el diálogo con otros lugares desde donde se están pensando cosas similares y no-tan-similares.
Sunday, 19 June 2011
Saturday, 18 June 2011
Neoarielismo, educación y el estado actual de las movilizaciones
La marcha de este jueves 16 es un hito dentro del movimiento. Da la impresión que lo más sorpresivo no fue tanto la confluencia de actores como la masividad de la protesta. Que sea la educación pública la que aúne a tanta gente, y no HidroAysén u otra reivindicación más transversal, es un indicador del momentum que está tomando el movimiento y de las fuerzas que es capaz de concitar en torno a sí. La dirección que tomen los acontecimientos dependerá, en gran medida, de la capacidad de todxs quienes estuvimos ahí para mantener la presión sobre las dirigencias y sobre el gobierno. Se trata de desbordar los marcos de la política de transacciones y desmovilización, de reconstituir culturas políticas de protesta y disenso, de superar las acciones mínimas y aprovechar de instalar ejes gruesos de discusión.
Ahora bien, hay algo que me inquieta sobre las cosas que se han dicho hasta el momento. Me parece necesario, como alguien que estudia y trabaja desde las humanidades, resaltar una o dos cosas sobre el contenido de las movilizaciones. La defensa de la educación pública no es, ni puede ser, una defensa de algo abstracto. Si es que la voluntad está de no hacer una movilización meramente reactiva o conservadora de lo que hay, es pertinente cuestionar cuáles son las bases para optar por una educación pública, además de intentar precisar qué tipo de educación pública es esa que se quiere. Por mi parte, no puedo hacer una revisión exhaustiva de todo lo que a mí me parece que debiera implicar la educación pública, por lo que intentaré atenerme a mi ámbito más específico de competencia.
Medio en serio y medio en broma, una de las consignas con las que salimos a marchas algunxs compañerxs fue 'Neoarielistas indignadxs'. La pregunta era: ¿qué es el neoarielismo? Y, más aún, ¿qué tiene que ver con el movimiento estudiantil? Son preguntas estrechamente ligadas. Si entendemos, como yo entiendo, al neoarielismo como crítica latinoamericanista (y por ende, situada) de la hegemonía del saber utilitario, a la vez que como afirmación del valor fundamental de la educación/experiencia estética, entonces es posible vislumbrar algunas conexiones. No hay un vínculo natural entre neoarielismo y movimiento estudiantil, como tampoco lo hubo entre arielismo y reforma universitaria. Lo que sí hay, son posibilidades.
Una de las críticas profundas a la educación en su estado actual es el privilegio que tienen aquellos saberes productivos, en desmedro de todo lo que no opere en función del proceso general de acumulación capitalista. La neoliberalización de la sociedad ha tenido como consecuencia la neoliberalización de la universidad, con la consiguiente precarización de las humanidades, artes, y ciencias sociales en favor de disciplinas 'rentables'. Esto responde, a mi juicio, a un orden social que ve todo objeto como potencialmente privatizable y sometible a la lógica irracional del capital. En nuestra particular posición, como un país latinoamericano subordinado a la economía política mundial, esto se ha expresado como el primado de la tecnocracia por sobre cualquier forma de crítica democrática radical. Que esto esconde la "nordomanía" denunciada por Rodó no debiera ser muy difícil de demostrar.
Defender la importancia del trabajo intelectual, de la estética, de la saber no-práctico, del potencial emancipatorio de la cultura letrada, es hoy una posición política más necesaria que nunca. Por eso, me parece que no hay que pensar que Ariel se opone a Caliban, que Ariel es connaturalmente enemigo de Caliban, sino que aquel puede ponerse al servicio de este sin abjurar de condición. En otras palabras, que aquello que preocupa al neoarielismo tiene todo que ver con la crítica al actual sistema de dominación. Que el neoarielismo no se contrapone a la emancipación de las "masas enardecidas" o "multitudes minoritarias", sino al neoliberalismo.
Defender la educación pública desde las humanidades (me) implica defender estas posturas. Me parece necesario insistir que lo 'inútil' tiene un valor reivindicativo y un potencial transformador en las actuales circunstancias. Si la transformación de la imaginación es parte de la tarea de las humanidades y las artes, no veo cómo esto no puede sino ser convergente con la actual dirección de las movilizaciones. Defender la educación pública, entonces, no es pedir más o menos plata, no es decir que queremos más o menos lucro, ni tampoco es pedir más o menos cogobierno. Es, en parte y no exclusivamente, defender la posibilidad de una experiencia que no debe serle vedada a nadie en principio. Y si no somos lxs estudiantes de humanidades, lxs intelectuales, quienes defenderemos esa postura, ¿quiénes?
Sunday, 12 June 2011
¿Toma?
El viernes se decidió, en asamblea de Facultad, ir a toma. No puedo dejar de decir que la decisión me parece en sí un error, considerando las circunstancias en que nos encontramos. La Casa Central está también en toma, y ocupar la Facultad no hace sino dividir fuerzas. Por lo demás, las circunstancias en que se tomó la decisión no dejan de ser controvertidas. A diferencia de otras ocasiones, hay fuertes discrepancias sobre la pertinencia y la legitimidad de la medida. Si bien se cumplió con el quórum requerido por estatutos, la votación fue de 120 contra 90. Una vez zanjada la toma, cerca de 50 personas se largaron del Ágora (al menos esa es la información que ha circulado). Sumemos a lo anterior que, con la toma, se contraviene del todo una determinación que había sido adoptada por la Asamblea durante la semana: no subirse a una toma sino en contexto de una toma de campus.
Resulta claro que el marco de referencia de la votación apunta a un problema importante de la democracia estudiantil en la Facultad de Filosofía y Humanidades. Pensar que la legitimidad de una decisión (en democracia directa) viene dada única y exclusivamente por el número de manos alzadas es, cuando menos, una opinión políticamente miope. Resulta paradojal que sea una facultad de humanidades la que termine por entronizar, merced de la acción de grupos políticos específicos, la validez de lo cuantitativo por sobre lo cualitativo. En consecuencia, me parece que cualquier elusión del carácter efectivo que tiene nuestra democracia estudiantil no puede ser otra cosa que autocomplacencia.
Considero notorio, en las actuales circunstancias, que gran parte de las tensiones entre los colectivos políticos que se desplegaron el año pasado hayan cambiado. Como en años anteriores, la movilización ha mostrado lo peor del trotskismo, mientras el FEL ha pasado a moderarse en sus habituales peleas domésticas. En efecto, ha habido una ampliación de la participación política, cosa que la orgánica de la Facultad suele privilegiar en tiempos de movilización. Sin embargo, se nota que la irresponsabilidad y la falta de madurez de lxs estudiantes ha pasado la cuenta. No ha habido voluntad de aprender de los errores de tomas anteriores, ni tampoco ha habido constancia a la hora de articularse en el espacio local con funcionarixs y académicxs. Eso es una debilidad evidente de la orgánica actual (en particular) y del movimiento estudiantil (en general).
Sea como fuere, espero que la medida de la toma pueda ser reconsiderada. Afecta al conjunto de la comunidad, en circunstancias que el mismo estamento estudiantil de pregrado está dividido sobre el tema. Hay que establecer prioridades políticas, coordinarse en serio, mapear las actividades y ser responsables en su ejecución. Si no es así, venir a quejarse por el desfonde del movimiento será tan infantil como la toma.Propuesta
Tuesday, 7 June 2011
Sor de los Dolores Peñailillo
Hoy en la U
Sunday, 5 June 2011
Misceláneas junianas
Monday, 23 May 2011
Monday, 9 May 2011
Por cada Hidroaysén...
Decir que la aprobación lograda por el proyecto Hidroaysén hoy era inesperada es pecar de ingenuidad. Toda medida hasta ahora ha sido insuficiente para detener el proyecto. Que hay intereses cruzados y personas que votan con el ojo en su bolsillo (o en el de su cuñadx, hermanx, familiar y/o amigx) también es sabido hace un buen tiempo. Ni qué decir de la cobertura de los principales medios de comunicación (el affaire de El Mostrador no deja de ser ejemplar al respecto).
La retórica ecologista nunca ha sido una gran aglutinadora de masas. Y es de esperar que esta vez tampoco lo sea. Personalmente, no confío mucho en el discurso ecologista como núcleo desde donde articular la oposición; la facilidad con la que parecen satisfacerse las demandas multitudinarias produce una rápida dispersión de las fuerzas sociales. Una vez que se dice 'no' a un proyecto polémico, cada unx vuelve a su casa y a sus intereses/luchas particulares. No quiere esto decir que el camino suicida en el que se encuentra el capitalismo mundial (en términos del agotamiento de todo factor productivo a costa del capital) no pueda producir un movimiento político a partir de la ecología. Sólo me parece que, en la situación actual, una articulación a partir conflictos ecológicos particulares constituye una alternativa débil para hacer frente a algo más que el cuco de los empresarios contaminadores.
Pensar en cómo superar estas limitaciones es el desafío. Y creo que quizás hoy el camino pueda ser en pensar y en actuar desde un afecto, más que desde un movimiento determinado (v.g., Patagonia sin represas). Hidroaysén no es ni la peor ni la única manifestación de lo que sostiene el entramado de relaciones que regulan hoy la vida en común. Si del capitalismo neolibral chilensis se trata, me parece que ya la situación se ha deteriorado tanto, la izquierda se ha deteriorado tanto, los lazos y frotes sociales se han deteriorado tanto, que lo mejor parece ser la indignación. No lo único ni lo definitivo, pero quizás lo mejor.
Movilizar los afectos y movilizarse. Tal vez sea la táctica para reconstituir la comunidad inoperante en que nos hemos convertido. Indignarse, marchar, manifestar que ya no hay por qué (que nunca hubo razones para) aguantar que las cosas se hagan a las espaldas de quienes no nos sentamos en ningún sillón de cuero de $3.700.000, ni de menos. Que estamos chatxs que la gente que se llena los bolsillos de plata no tenga el más mínimo descaro en escupirnos en la cara a la hora de votar un proyecto así de indigno. Que tampoco confiamos en que la Concertación venga a salvar el día, porque en estas cosas también se pareció al gobierno. Que no hay por qué aguantar que se roben y echen a perder lo que no es de nadie, por muchos títulos y papeles que digan tener lxs Matte, lxs Piñera, lxs Hinzpeter, lxs Golborne, et. al. Que el elástico no puede estirarse para siempre. Que las crisis no se van a terminar porque paguen un bono o un 'postnatal' o tiren un par de chauchas más para que la educación privada gane más, y de paso se ponga más privada.
Cada Hidroaysén es una gota que tiene que derramar el vaso. Estamos en el momento en que los condicionales se vuelven un lujo, en que no es especulación y teoría lo que sobran, sino que faltan las que movilizan. Y frente a falta del discurso articulado y racional, la indignación. En vez del libre juego de la escritura, la indignación. O quizás, mejor, junto a la escritura la indignación; junto a la protesta, la indignación; junto a las miles de conversaciones que faltan, la indignación; junto a los proyectos que siguen ausentes, la indignación; junto a la crítica, la indignación; junto a la solidaridad, la indignación. Juntxs todxs, avergonzadxs de lo que llaman 'patria', enrabiadxs, frustradxs, decepcionadxs, furiosxs. Pero antes que otra cosa, juntxs. E indignadxs.