Por suerte, todavía hay cosas que suben el ánimo. Con algunas personas de postgrado logramos ponernos de acuerdo y empezamos (bien a pulso, hay que decirlo) a montar algunas cátedras paralelas en la Facultad. Hasta el momento todo se ve bien auspicioso: la recepción ha sido entusiasta dentro del poco tiempo en que se ha difundido la iniciativa, y me imagino que en los días que vienen el asunto podría expandirse más.
Las ganas de hacer algo así estaban hace rato. Desde que entré a la Facultad que se hablaba de cátedras paralelas, de un centro de estudios críticos, de cambiar el carácter a las disciplinas. Algunos de los que estamos aquí somos más o menos los mismos (al menos en los nombres, porque ha pasado harta agua bajo el puente).
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