
Hoy ya no nos quedan héroes como el Che, y las fotos más heroicas creo que serían fotos de gente que no conoceremos nunca. La época de los héroes puede haber pasado para siempre. La foto, sin embargo, me sigue llegando. Está lejos de un Jesucristo sangrante, pero no me inspira la seguridad inquebrantable que se le suele imputar. De seguro, el efecto del recorte tiene mucho que ver en esto, porque en su completitud el Che se me aparece menos confiado, porque sólo hace algunos meses la revolución había entrado a La Habana, y esa mirada al futuro lo pregna de incertidumbre aún más revolucionaria. Y algo tenemos que recordar: no nos mira a nosotros, sino más allá de nosotros, en la dirección que debiéramos también estar mirando.
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