Los bosques están en la garganta, no pueden retirarse. La hoja mojada del rocío en el pliegue húmedo de la hoja entre piernas, nervadura, pequeño enervamiento que se abre y reparte sus partes de líquido por las filigranas, canales, canales que se empujan y brotan y esparcen, hilillos hasta la saliva, hasta las gotas de sudor, hasta los desmayados poros. Los bosques tumefactos, los bosques boquiabiertos y en el desmán el tronco de una lengua. Pido más lengua para pronunciar lo que sin palabras y porque al bosque la tala no llega, ni el tiempo. Necesito de la lengua que no va a modular, escoger el silencio en la lengua sin habla sino animal de amenaza y fuerza en el callar, que eso es lo que escucho en el bosque tremendo y manso, al alcance de la mano nunca. (Desearía escuchar el "nunca" que viene de ti, convidado en ti. La lengua ya no, me acurruco contra ti, y duermo. O hacemos sepentear nuestras lenguas jalando del corazón de cada cual, cuerpo adentro).
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