No importa cuanto se nueble truene llueva, jamás habremos de estar a tono con la parafernalia navideña. Todos los diluvios no lograrán borrar la sonrisa despectiva de los camiones de Coca-Cola. (Y lo triste es que hay mucho de qué reirse, y lo sabemos, y no hacemos como si acá los pinos nos sobraran para estas cosas, cuando en realidad es para otra cosa que sobran).
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