El colono hace la historia y sabe que la hace. Y como se refiere
constantemente a la historia de la metrópoli, indica claramente que está
aquí como prolongación de esa metrópoli. La historia que escribe no es,
pues, la historia del país al que despoja, sino la historia de su
nación en tanto que ésta piratea, viola y hambrea. La inmovilidad a que
está condenado el colonizado no puede ser impugnada sino cuando el
colonizado decide poner término a la historia de la colonización, a la
historia del pillaje, para hacer existir la historia de la nación, la
historia de la descolonización.
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