Sunday 21 December 2014

100 y 107 años

Por algún motivo -en el que de seguro interviene un ataque de nostalgia- hoy me acuerdo del centenario de la matanza de Santa María de Iquique (no de la cifra de los 107 años). En 2007 entré a estudiar Historia, recién salido de un colegio en el cual la noción misma de disputar lo histórico era algo impensable por completo. No asistí a la conmemoración que se hizo en el norte, y me lo lamento un tanto. Sin embargo, el ambiente (por falta de un término más preciso) de ese año tuvo en mí un efecto tan profundo que sólo en la recolección del momento puedo darme cuenta de su intensidad. Puede que haya sido la novedad de encontrar en la Facultad un espacio en el cual la reflexión histórica se constituía como el momento de fráfil complicidad entre lo ocurrido (en este caso, lo literalmente aniquilado y obliterado) y lo que está en tránsito. El escenario político del país -y la euforia de compartir con personas cuyas perspectivas sobre la vida misma me acercaba a ellas con mucho más afecto que mis excompañeros- hacía/hace aparecer bajo otra luz la familiaridad con la historiografía como diálogo entre tiempos, con la chance de que el trabajo con el pasado sea una forma de solidaridad. No es, con mucho, la única forma de conciencia histórica, pero es una afilada, que me punza. Hoy mi propio quehacer se ubica en otro territorio, pero esa afinidad electiva con ciertos fantasmas persiste mañosamente; yo no puedo menos que honrar la persistencia. A ustedes, compañeres de la pampa: ¡salud!

Sunday 14 December 2014

niuna resiliencia

No creo que ser malo para lidiar con la frustración, sino con ciertas cosas que fracasan. Ejemplo: la comida del viernes, que fue un fiasco según las expectativas que tenía. Todos estos años y sigo sintiéndome vulnerable cuando la vida social se resquebraja en lo más mínimo.

Friday 12 December 2014

Desafíos absurdos

Estuve de viaje hace poco, en Sydney. Me llamó mucho la atención la comida, y no sé si será el aburguesamiento o qué, pero hace mucho que no disfrutaba tanto el salir a comer. Poner atención a cada detalle de los platos, intentando pensar cómo es que se arma esa reducción que acompaña un souflée o la ciencia detrás de un postre que un merengue-no-tan-merengue. Así que me compré un libro de cocina vegetariana que pillé medio en oferta (porque todo allá es caro): Plenty more, de Yotam Ottolenghi. Es un chef que sigo hace un tiempo, porque subía/sube recetas vegetarianas a The Guardian. Aun si ya no leo tanto el diario, encontraba fantástico que alguien se preocupara de quienes no comemos carne e hiciera algunas propuestas que permitieran salir de los mismos guisos de siempre. Como soy ridícula, he estado invitando gente a comer a la casa sólo para probar recetas. Me siento terrible, porque no puedo cocinar sin estar mirando el libro una y otra vez. Soy pésimo para las proporciones y las medidas, a pesar de que en ciertos platos eso llega a ser crucial. Mi desafío -en mi mente, claro- es pasar por todas las recetas del libro que se puedan hacer con ingredientes ubicables acá. Llevo una, que salió relativamente bien. Hoy pretendo probar dos más. Que la Guadalupe me ampare.

Thursday 11 December 2014

(De Marguerite Yourcenar)

Cuando el silencio se instala dentro de una casa, es muy difícil hacerlo salir; cuanto más importante es una cosa, más parece que queremos callarla. Parece como si se tratara de una materia congelada, cada vez más dura y masiva: la vida continúa por debajo, sólo que no se la oye.
Alexis o el tratado del inútil combate