Sunday 13 April 2014

Dos notas de actualidad


I. No logro encontrar razones convincentes para el ingreso de Moisés Paredes -y otros contertulios suyos de igual calaña- al PPD que no pasen por la idea del 'viejo chico' (un Girardismo adolescente, quizás). Si es por apoyar a Bachelet, la Jota es la opción más lógica. Con todos sus derroteros que hacen pasar rabia -esto es, stalinismo y Nueva Mayoría de por medio-, el PC y la Jota son parte importante de la historia del pueblo organizado en su lucha por una vida digna. Se trata, a fin de cuentas, de una de las muchas formas históricas del comunismo y no creo que haya que tirarla al tacho de la basura sin más, de la misma forma que no se trata de darle chipe libre al Comité Central para hacer lo que quiera y seguir perpetuando una praxis política que tiene varios momentos de agraz.

II. Curiosa la esperanza que surge de los momentos cataclísmicos. Una de las señales del cambio político-social que viene en proceso de orquestarse en los últimos años es la vigencia de la consigna "sólo el pueblo ayuda al pueblo". Al revés de la prescindencia obsecuente del aparato estatal -su negación voluntarista y fanática-, los esfuerzos que se despliegan en Iquique y, ahora, en Valpo, hacen pensar que ese tejido social arrasado por otras aplanadoras/retroexcavadoras nunca se perdió de forma tan irremediable y que hay formas de hacer avanzar la historia mediante el reajuste del reloj.

Monday 7 April 2014

Wladimir Sepúlveda, in memoriam

Siempre se muere un poco más cuando las agonías se prolongan por un golpe que se da en otro lugar. Yace el cuerpo contuso y las piedras caen todavía a kilómetros de distancia, claman por otra sangre. Mientra más se derrama, más nos espantamos frente a la indefensión de una comunidad que se materializa ante el miedo a perder igualmente la vida. O tal vez no se trate de que la forma sea la misma, sino el miedo a perderla sin más, por saberse "algo" que amerita la muerte. Y no es posible, entonces, ser sorprendido por ella como creemos que le ocurre al resto, sino que estamos en permanente compañía de aquello que habrá de suscitarla (aquí, sin embargo, no gozamos de privilegio alguno, porque no seremos las primeras ni los últimos en vivir con la conciencia de que sólo contamos con tiempo a concesión). No tenemos la oportunidad de escapar de nosotres, a ver si le hacemos el quite por un rato a la muerte, pero siempre con ojo encima del hombro, pensando que quizás si soy menos fuertona o si me maquillo un poco más, me dejo más largo el pelo o mejor no uso esos pantalones, de chiripa ando tranquila unas cuadras después de la disco. Llega a dar vergüenza decirlo, pero a ratos la lucha parece ser sólo por el derecho de morir en paz.