Sunday 30 November 2008

Siempre ya un esqueleto

Ahora la única sombra
que podrás dejar detrás
la única traza que
podría ser capaz de decir
'Estuve aquí, esto es lo que soy'
es una fotografía de tu esqueleto desvaneciéndose

Una radio-grafía.
Una fotografía de rayos
y de raíces.
Las raíces de tu propio yo:
un esqueleto
una estructura
un cadáver determinado
una imagen privada de carne.

A eso hemos sido reducidos,
a eso nosotros hemos (o tú has, o yo he, o ella/él han) sido llevados.
Nos veremos el uno al otro
como realmente somos
confrontados por el experimiento
de una placa de rayos X.

Piernas flacas, cara flaca
brazos flacos, jeans pitillos [1]
(¿pero cómo podrían los esqueletos saber de moda?)
[incluso los esqueletos tienen derecho a la belleza]
Yo flaco, o una cara flaca.

Estás mirando mis fotos,
y entonces das el paso obsceno:
me imaginas desnudo.
'Pero anda', te digo
'anda, imagíname más desnudo que eso'.
'¿Cómo?'
'Imagina mis huesos,
abandona todos los músculos y hazlos una sombra;
deja todos los vasos fuera,
haz a cada órgano una masa gris y amorfa;
imagina que mi única Gestalt son mis huesos'.

Pero no te atreverías a hacer algo así.
Eres muy cobarde para enamorarte de mi esqueleto.

En vez de eso prefieres sentarte.
Tomar café.
Hablar de Deleuze y los rizomas.
De los infinitesimales,
de las raíces y de las máquinas de deseo.

Y mientras hablamos de filosofía francesa,
imagino que mis huesos se derraman sobre el sofá,
que sombra que era se derrite,
que después de que discuto contigo lo horribles que se ven esas flores,
podría explotar en cualquier minuto.
'Perfecto, explota dentro de mí'.

No quiero escuchar nada nunca más.
(Pero no tan drástico, a fin de cuentas sigues siendo un esqueleto con un cuerpo)
No quiero precios del petróleo,
la bolsa de valores,
el capitalismo financiero,
la guerra contra el terror,
los sistemas mundo,
el comercio justo,
la limpieza étnica.
Mi propia imagen me está perturbando, '¡No soy Darfur!'
'Pero eres un esqueleto', respondes.

Derretirse. Esparcir. Derramar. Gotear. Hervir. Reventar. Quemar. Quebrarse. Tiritar. Convulsionar. Temblar. Explotar. Erosionar. Evaporar. Ser sublimado.

Sostén mis manos en mi pecho,
y dime,
si desaparezco,
¿quedará una traza?
¿dejaré una marca?
¿proyectaré una sombra?
¿cortaré un pedazo de nada con mi silueta?
¿quedará una mancha de mí?
(¿o un eco?)[2]
¿será mi cuerpo más que un cuerpo?
¿más que una colección de vasos pulsando?
¿más que órganos haciendo ruidos raros?
¿sobreviviré más allá de mi propia supervivencia?

'Está bien', dices
'tengo una foto tuya'

No importa.
Sigo siendo una fotografía de un esqueleto,
con las manos apretadas cerca del cuello.
Siempre ya una sombra
de algo más abajo, obscurecido por una carne
que no puede ser amada sin un esqueleto.
Y un esqueleto que no es lo suficientemente lindo para ser amado como tal

Pero estoy equivocado.

Me gustaría pensar
que mi esqueleto yace debajo de mí.
Que cuando te enamoras profundamente,
deberías ir a la parte más profunda del cuerpo.
Pero mi esqueleto ya no está
debajo mío.
Unos rayos X me han expuesto
y ahora estoy en la superficie.

Pero aun así, a un esqueleto debiera permitírsele
reclamar belleza.
Incluso una sombra
debería reclamar belleza
(una belleza no más real, no más verdadera
que la belleza para las 'mentes')

Lo opuesto de un esqueleto
no es la carne,
sino la idea.
Lo opuesto de una foto
no es un dibujo, o la realidad, o una mentira,
sino el olvido.

No olvides mi esqueleto, mi cuerpo,
porque sólo puedo estar contigo en la ausencia.

Notas

[1] Skinny jeans
[2] Cf. Björk, An echo, a stain

Friday 28 November 2008

Always already a skeleton

[Traducción por venir]

Now the only shadow
that you can leave behind
the only trace that
might be able to state
'I have been here, this is what I am'
is a photograph of your fading skeleton.

A radi-o-graphy.
A photography of rays
and of roots.
The roots of your own self:
a skeleton
a structure
a determinated carcass
a flesh-deprived picture.

To that we have been reduced,
to that we (or you, or I, or her/him) have been taken.
We shall see each other
as we truly are
confronted by the experiment
of an X-ray plate.

Skinny legs, skinny face,
skinny arms, skinny jeans
(but how would skeletons know about fashion?)
[even skeletons are entitled to beauty]
Skinny self, or a skinny face.

You're looking at my photographs,
and then you take the obscene step:
you imagine I'm naked.
'But go on,' I say,
'go on, imagine me more naked that that.'
'How?'
'Picture my bones,
abandon all muscles and make them a shadow;
leave vessels out,
make every organ a grey and formless mass;
imagine that my only Gestalt are my bones.'

But you wouldn't dare to do such a thing.
You're too coward to fall in love with my skeleton.

Instead you'd rather sit down.
Have coffee.
Talk about Deleuze and Rhyzomes.
About infinitessimals,
about roots and desiring machines.

And as we talk about French philosophy,
I imagine my bones are spilling over the sofa,
that the shadow I was is melting,
that after I discuss with you how awful those flowers look,
I might explode any minute.
'Fine, explode inside me.'

I don't want to hear anything any more.
(But not too drastic, you're still after all a skeleton with a body)
I don't want oil prices,
the stock exchange,
financial capitalism,
war on terror,
world systems,
fair trade,
ethnic cleansing.
My own picture is disturbing me, 'I am not Darfur!'
'But you're a skeleton,' you answer.

Melt. Spread. Spill. Drop. Drip. Boil. Burst. Burn. Shatter. Shake. Convulse. Tremble. Blast. Erode. Evaporate. Be sublimated.

Hold my hands on my chest,
and tell me,
if I disappear,
will there be a trace?
will I leave a mark?
will I cast a shadow?
will I cut out a piece of nothingness with my silhouette?
will a stain remain of me?
(or an echo?)
will my body be something more than a body?
more than a collection of vessels pulsating?
more than organs making funny noises?
will I survive beyond my survival?

'It's okay,' you say
'I have a picture of you.'

It doesn't matter.
I still remain a photograph of a skeleton,
hands held tight near the neck.
Always already a shadow
of something beneath, obscured by a flesh which
cannot be loved without a skeleton.
And a skeleton not pretty enough to be loved as such.

But I am wrong.

I would like to think
that my skeleton lies beneath me.
That when you fall in love deeply,
you should go to the deepest part of the body.
But my skeleton is not any more
beneath me.
An X-ray has exposed me,
and I am now on the surface.

But still, a skeleton should be allowed
to claim beauty.
Even a shadow
should claim beauty
(a beauty no more real, no more truthful
than the beauty for 'minds').

The opposite of a skeleton
is not the flesh,
but the idea.
The opposite of a photograph
is not a drawing, or reality, or a lie,
but forgetting.

Don't forget my skeleton, my body, for I can
only be with you in abscence.

Wednesday 26 November 2008

Lottery or car-crash

¿Pero qué significa tener 'sentido de pertenencia'? ¿Basta con decir sencillamente 'identidad' y creer que eso lo resuelve todo? ¿Cómo llegamos a hacer rituales? ¿Cómo es que ciertas cosas hacen que uno se sienta extraño? ¿Por qué uno se molesta con gente que no conoce?

Sunday 23 November 2008

múm

Hay una canción muy muy corta de múm que se llama 'Small deaths are the saddest'. Pareciera que se termina rápido, pero de repente se repite.

Entonces, lo que quiero decir es que hay cosas que pueden acabarse rápido (o dar la impresión de estarse acabando en muy poco tiempo), y que pueden incluso no repetirse (pas-encore) y que son lindas o tristes.

Ps: es raro que se le pueda poner tilde a la y.






... así ý

Monday 17 November 2008

'Nunca está lo suficientemente oscuro' pt. 5

Tercer pasaje. ¿La privacidad del sodomita?

Ante el panorama rebosante de forcejeos, golpes, aturdimientos, chicos maniatados, obligados, manoseados y violados, ¿cómo podemos reconstruir la intimidad y los espacios privados de los homosexuales de Chile a principios de siglo? ¿Hay realmente una diferencia entre el lugar de la violación y el lugar del sexo consentido? ¿Cómo hacer esa distinción si es que los expedientes igualan sexo con y sin consentimiento? Nuevamente, lo nefando acá cumple un rol fundamental, pues al ser el sexo homosexual un crimen del cual no se debe hablar, el acto mismo se esconde. Sea que constituya un crimen en tanto violación o en tanto mero coito, la sodomía vive signada bajo la pretensión de secreto, manifestación de una actitud de la sociedad chilena ante el sexo entre hombres.

Contamos al menos con un caso en el cual el consentimiento aparece de forma más o menos evidente y otro en el cual se afirma por una de las partes, el de Nabod Quippes, quien afirma que fue el mismo Dagoberto quien le dijo: "que me prestaría su ano para hacer una cochinada; al principio me negué a todo, pero en vista de su insistencia, accedí [...] y él por sus propias manos se bajó los pantaloncitos y se tendió boca abajo en el suelo, sacando yo mi miembro introduciéndoselo por el ano y como intentara gritar me levanté". Ahora bien, me concentraré en el otro caso para poder dar cuenta de la forma en que se maneja la intimidad, en torno a qué lugares y en qué modalidades.

En la noche del 23 de noviembre de 1933, Héctor Podestá (mozo de profesión y de 23 años de edad) es enviado a comprar cerveza por Laura Flores. Durante esos días, Felisa Campos se alojaba con Podestá y lo acompaña en el auto a comprar y pasa a ver a un amigo al local "Moulin Rouge", pidiéndole a Podestá y al chofer, Segundo Núñez (27 años) que la esperaran. Según las declaraciones de Núñez y Podestá: "Nosotros avanzamos hasta la calle Río de Janeiro y allí estábamos en espera de la mujer, cuando llegó la pareja de carabineros que nos detuvo y diciendo que estábamos cometiendo el delito de sodomía, nos trajo preso [sic]". Agrega Núñez: "es posible que por el hecho de estar sentados en el mismo asiento los dos, el sargento haya creído que cometíamos el delito que se nos imputa". La versión de los carabineros difiere y enfatiza otros puntos que no dejan de ser relevantes:

"Sería la una y cuarto al llegar a la calle Quito, que es una calle oscura y despoblada, divisamos casi en la esquina de Iquique un automóvil cerrado que estaba en la parte oscura. Nos acercamos al [¿grupo?] y al llegar al auto alumb´re conmi linterna y pude comprobar que en el interior se hallabal el chauffeur Segundo Núñez y el individuo llamado Héctor Podestá cometiendo el delito de sodomía. Inmediatamente de ser sorprendido, el chauffeur salió del auto y se fue al volante abrochándose el pantalón; y Podestá a su vez se levantaba los suyos, es este hacía de mujer. Procedí a detenerlos y ambos reconocieron el hecho y me suplicaron no dar cuenta del hecho".

La investigación pide los exámenes médicos pertinentes, que confirman la conducta sodomita habitual de los inculpados. Adicionalmente, los testimonios de diferentes testigos, incluyendo a Laura Flores y Felisa Campos, ponen en duda las declaraciones de Podestá y Núñez. Un reporte que devuelve orden de investigación de parte del tribunal confirma la versión de los carabineros: "Al ser interrogado Hector Podestá, que se encuentra actualmente en la Cárcel, confesó su delito, diciendo ser efectivo haber cometido actos de sodomía con Segundo Núñez". Sucede con Núñez lo mismo que en casos anteriores: negación del acto y reafirmación de la conducta intachable por parte de testigos cercanos.

Creo pertinente aquí enfatizar dos dimensiones que permiten entender la conformación de lo privado en este caso: el secreto y el lugar. Como expliqué anteriormente, podemos entender la elección de los lugares de la sodomía en función de su condición nefanda y el secreto que esta impone. De ahí el alejamiento y la reclusión en espacios oscuros, que se repite aquí en el caso del auto cerrado en una esquina oscura. A mi entender, el lugar íntimo de la sodomía consentida se construye en este caso a partir de la oscuridad y el secreto (algo similar en el caso de Nabod Quippes). La conducta por lo tanto no es una suerte de 'disidencia sexual' propiamente tal: quienes han acordado tener sexo anti-natura lo hacen lejos de los ojos de quienes los han excluido del decir público [1], se conforman con tener sexo bajo los parámetros y las normativas de la sociedad de su tiempo.

No parece ser (así sugiere el expediente) que sea 'la primera vez' de Núñez y Podestá, al menos individualmente (es una pena no poder adentrarse en las historias de vida de los involucrados). De ser este 'uno más' dentro de los muchos encuentros sexuales, no debiera sorprendernos que se admita el crimen. No obstante, el episodio permite plantear algunas preguntas que sólo podrán ser resuletas mirando más casos, o que podrían esclarecerse profundizando más en la vida de los inculpados. ¿Es esta intimidad inestable, oscura y pretendidamente secreta la forma en la cual ocurren los encuentros sexuales entre hombres a principios del s. XX? ¿Hay formas 'domésticas' de intimidad? ¿Qué sucede con los jóvenes solteros que viven solos y sus amantes?

Ante todo, el espacio se puede leer como frágil. No es más que un auto cerrado en una esquina oscura, que en cualquier momento puede ser alumbrado por la policía, la cual curiosamente dirige su atención a un automóvil precisamente por encontrarse en una esquina oscura [2]. Aquí es la ley que irrumpe en una intimidad cuidadosamente fraguada, que se vive con la posibilidad siempre cierta de que en cualquier momento tenga que disolverse y pretender como si nada hubiese pasado. La esfera de lo privado (en lo que concierne a lo sexual) puede proponerse entonces como transitoria y efímera en estos casos. Una intimidad etérea en los espacios públicos. No me parece pertinente suponer que una intimidad efímera se constituya de la misma forma que una más estable, por lo que homologar ambas instancias implica subsumir la esfera de los privado sin tomar en cuenta los espacios y las modalidades que adquiere. Lo fundamental es la debilidad que tiene la intimidad homosexual ante el poder total que tiene la ley de quebrarlo todo, de inestabilizar la intimidad, de obligar a poner en acción una serie de pantallas para no caer preso del castigo.

Notas

[1] ¿Forclusión social de la sodomía? ¿Es posible aplicar a nivel social un concepto lacaniano que se refiere a la psiquis? Al menos parece una metáfora atractiva
[2] La capacidad policial de identificar las 'conductas desviadas' en virtud de signos y señales es trabajada por Houlbrook en Op. cit., pp. 22-25

Sunday 16 November 2008

Orden del día

Por motivos de suma urgencia y de seriedad gravísima (y no tanto de fuerza mayor), se suplanta el té de mañana por leche con plátano. Further appellations shall be received by the honourable Standing Committee.

Tuesday 11 November 2008

Aujourd'hui (même)/Heute/Today

Día horrible, suena algo en la mañana, se cae el celular, tratando de ponerle la batería (pero sin despertarme), calor en la noche, desayuno, micro, calor en la mañana, se me perdió el estuche, día horrible, llegar a Plaza de Armas, subir escaleras a Ripley, 'No, las entradas las vendemos a las cinco', bajar escaleras de Ripley, más calor (ahora en la tarde), tomar el metro a San Joaquín, pagar multa, secretaria idiota, día malo, me encuentro con Belén, día mejor, metro y micro a la U, biblioteca cerrada, paro, más calor, encuentro el estuche, nada bueno para almorzar en la U, se cancela todo, más paro, corremos la prueba, día pajero, micro a la casa, calor en la calle, once, histeria máxima con Seba por entradas, más histeria, página colapsada....

...y finalmente: ENTRADAS!!!! (día mejor)

Monday 10 November 2008

'Nunca está lo suficientemente oscuro' pt. 4

Segundo pasaje. En la pampa, en el bote, en la pieza: los lugares de la violación

Consumado o no, el crimen de la sodomía requiere ante todo de un lugar en donde poder ocurrir. Bajo esta directriz, puede reconocerse una suerte de común denominador entre los lugares de la sodomía sin consentir: se encuentran retirados de la mirada pública. La violación aparece rara vez entre personas que no se conocen, como un acto espontáneo, un ataque de un desconocido. Lo que marca los lugares es que ofrecen la posibilidad del secreto.

Una de las opciones que se muestran en los expedientes es el espacio abierto, lejos de la mirada de la ciudad y sus habitantes. Alfonso Lara, de 30 años y músico de profesión, es acusado de haber sodomizado por separado a los primos José y Tiburcio Flores. Ambos han llegado hace poco al puerto de Arica, embarcados desde el norte y según su declaración Lara los invitó a quedarse en su casa con la idea de ir a buscar trabajo. Es así como al día siguiente sale con José Flores y deja encerrado a su primo. De acuerdo al primero, Lara lo lleva fuera de la ciudad, a la pampa y lo hace acostarse en el suelo antes de violarlo. Sucede lo mismo con su primo más tarde en el día. La declaración de los primos se contrapone a la del mismo Lara, quien dice haberlos recibido a petición de una señora del puerto y que los niños habrían sido sodomizados por los marineros del barco en que venían. No obstante la contradicción de los testimonios, ambos relevan un espacio alejado de la ciudad.

Tenemos también el relato que hace la madre de Luis Ángel Muñoz, de siete años, quien acusa a José Osorio de pederasta. Su declaración señala que Osorio se llevaba a su hijo a una quebrada en el Cerro de Playa Ancha y "lo obligaba a hacerle producir sensaciones con el miembro en la boca". En el testimonio del niño, de forma no explícita, se da a entender que el violador era un viejo y que lo obligaba a tener sexo anal y que lo amenazaba para que no contara sus encuentros sexuales. Osorio es gañán, de sesenta años, pero los exámenes no logran probar que él sea el violador. El expediente muestra que en la quebrada había más gente trabajando, pero que Osorio habría llevado al niño a lugares escondidos y fuera de vista. Se combinan aquí dos dimensiones: lugar alejado y la pretensión de secreto en la sodomía. Ambos estructuran la relación sexual: un acto nefando del cual ni siquiera los involucrados querrían hablar se lleva a cabo ahí donde nadie pueda ver. La actitud, entonces, se manifiesta en el lugar y en la relación con el lugar.

Otra posibilidad de violación al aire libre, en particular en Antofagasta, es en la playa o en un bote. Luis Orrego acusa a José Leiva, "el payaso" de haber cometido con él actos de sodomía luego de invitarlo a pasar la noche en su bote en la caleta de pescadores: "el apodado 'el payaso' - apodo del detenido - lo convidó a un bote para que fueran a tomar café; que en la noche le pegó un puñete en el estómago y quedó aturdido y que en este estdo cometió con él acto de sodomía".

También asociado a un espacio 'marítimo' es el caso de Nicolás Lillo (soletero), acusado por Jorge Sepúlveda, "que habiéndolo invitado para la playa, lo tomó a viva fuerza, ejecutando con él el coito". Lillo vive en una covacha junto al mar y conoce de antes a Sepúlveda, quien varias veces había ido a su rancho después de haber sido echado de la casa. Según Sepúlveda:
"Serían como las veinte horas Leillo le [¿amarró?] un paño en el cuello y lo apretó con fuerza impidéndole gritar; que Lillo le dio unos puñetes bajándole los pantalones y que después de ponerse vaselina en el miembro le [¿aplicó?] también a él - al declarante - en el ano y a fuerza y contra su voluntad le introdujo Lillo en su ano todo el miembro viril. Que después que lLillo consumó el hecho lo soltó y le dio un peso que el menor se lo lanzó al suelo..."

No deja de ser curioso que se mencione la voluntad, pero también es curioso que el asunto de la voluntad no vuelva a ser tratado dentro de la causa, sino la existencia o no del delito en cuestión. Contrariar la voluntad parecería ser un detale al lado de la mayor significación de la sodomía como crimen, la que tiene pre-eminencia sobre la figura de violación.

Además de los espacios abiertos, otro lugar posible de la violación son las piezas oscuras, escondidas dentro de la casa. ¿Se convocoa aquí un tipo de intimidad asociada a lo secreto dentro de lo doméstico? Puede ser, pero lo claro es que la violación en un lugar cerrado está signada por la oscuridad, el espacio cerrado en un interior 'doméstico', en soledad. La sodomización atribuida a Nabod Quippes incluye esta dimensión. El niño en cuestión dice: "me llevó a una pieza oscura y me bajó los pantalones diciéndome que tenía que hacer cochinada"; lo mismo declara el inculpado: "Cuando la mamá de Dagoberto acudió a la pieza donde estábamos, éste ya se había abrochado los pantalones. Debo de hacer presente a US que la pieza es muy oscura". Sucede de igual manera en la causa contra Eduardo Trujillo (27 años), acusado por Carlos Riquelme (16) de haberlo violado en una cantina cuidada por el primero. Según Riqueleme, Trujillo le pidió la llave de la cantina y después lo llamó adentro para luego amordazarlo y violarlo. Por su parte, el acusado niega haber hecho cualquier cosa por encontrarse demasiado borracho.

Una dimensión llamativa de esta dinámica de lugares es que el violador no persigue al violado. La sodomía se da ella misma en un espacio que se 'intimiza' (aquí cabe la acusación hecha a Felipe Ávalos de haber "engañado [...] con dinero y dulces" al hijo de su vecino para que fuera a su cas), que no parece ser totalmente improvisado. Los involucrados en su mayoría se conocen, aun cuando haya después un acto de violación y por lo tanto de 'forzar al otro'.

Saturday 8 November 2008

'Nunca está lo suficientemente oscuro' pt. 3

Primer pasaje: ruptura nefanda

¿Qué sucede en una violación? ¿Qué lugar le cabe al 'individuo' como sujeto dentro de una violación? ¿Qué es lo que cambia en la relación entre una y otra persona? La clave, para nosotros, hoy parece estar en la voluntad. En la pretendida autonomía del sujeto para poder consentir que se le hagan ciertas cosas y no consentir que se le hagan otras. En el último caso, la ausencia de consentimiento desautoriza y quita fundamento a algunas acciones. Tal es el caso del sexo, que nos parece legítimo sólo si es que ambas (o más) personas están en capacidad de consentir. La condena que hacemos de la violación no es por el hecho de 'consumar' una relación sexual, sino por consumarla (o tratar de hacerlo) a pesar del otro. El violador traspasa algo que podemos denominar intimidad dentro de nuestros términos. Es una dimensión que nos pertenecería absolutamente, que se entiende como la expresión misma de la subjetividad, de la individualidad y de la privacidad. No habría nada más privado que la capacidad que tenemos de aceptar o no tener sexo con alguien más. La violación supone anular esa capacidad, constituye la puesta en relación de dos individuos en la uno de ellos se posiciona (a veces literalmente) sobre el otro en un gesto de poder.

Sin embargo, no esta la dimensión que rescatan los testimonios de los denunciantes o de los inculpados. Hay un énfasis en la dimensión de mancha de la sodomía. Así lo reclama Segundo Vargas Hernández, acusado de intentar cometer actos de sodomía con un niño de seis años, sin llegar a consumar el crimen: "Yo SSª, no soy un crimininal ni mucho menos, soy un hombre honrado, formal e incapaz de cometer el delito que se me atribuye. Sólo un depravado comete el delito de sodomía: y yo no soy tal".

Vargas no menciona la sodomía como un delito nefando, sino que enfatiza la desviación de los sodomitas como 'depravados'. El acusado busca presentarse como un hombre de bien y honrado, que no sería capaz de incurrir en algo tan inimaginable como la sodomía. Aquí encontramos otra dimensión de la actitud hacia la sodomía/violación/pederastia (todo bajo el mismo significante): la condición nefanda de la sodomía no se verifica sólo en el 'no hablar', sino que es ella misma algo impensable, fuera de los parámetros de lo aceptable en lo moral y en lo imaginario. La sodomía, reclama Vargas en su defensa, es algo que "un hombre de su edad y conocimiento no puede intentar [...] con un niño y estima que eso sería sólo la obra de un enajenado o depravado".

De este modo, las declaraciones de los acusados ponen de manifiesto su conducta intachable como forma de poner en cuestión la posibilidad de haber cometido actos de sodomía. No pesa en absoluto la violación como irrupción en la autonomía de un sujeto menor que no está en capacidad de consentir (tanto para quien juzga como para quien es acusado), sino la acusación de desviación, la lacra moral que implica el ser marcado como sodomita. Felipe Ávalos, comerciante de Valparaíso y acusado de realizar actos de sodomía con un menor vecino de su pasaje reclama la mancha que supondría haber cometido el crimen del que se le acusa: "Protesto a US que no tengo el feo vicio de la sodomía y que soy inocente del delito por el cual se me ha reducido a prisión"

La intimidad de las víctimas aparece como una dimensión ignorada, callada. Sobre todo los acusados buscan librarse de la autoría del crimen mediante la presentación de testigos que den cuenta de su intachable conducta. Un caso interesante es el de Nabod Quippes, chico boliviano de 15 años que vive en Antofagasta. La madre de Dagoberto Gallardo (7 años) lo acusa de haber sodomizado a su hijo, a pesar de que Quippes alega haberlo hecho con consentimiento del niño. ante la acusación, amigos y conocidos de Quippes declaran: "nos consta que es un muchacho honrado, trabajador y sin vicios; además con su trabajo ayuda y mantiene a su familia y lo estimamos incapaz de cometer actos que estén reñidos con las buenas costumbres".

El sexo homosexual, incluso en la violación, no se lee aquí como la irrupción del violador en la intimidad del otro, en su propia voluntad/consentimiento. Por el contrario, da la impresión que es la sodomía como crimen nefando la que irrumpe en la conducta intachable del sujeto acusado. ¿Acaso expresión de la "irrupción de lo Real lacaniano (llamado por Lacan 'la Cosa' [das Ding])? ¿Manifestación de lo que Freud llamaba 'lo ominoso' [das Unheimliche]? Si seguimos las claves del psicoanálisis, la Cosa es aquello que atrae, pero que esconde una dimensión amenazante [1]. Aquí el sexo, capaz de suscitar nuestro deseo en otras circunstancias, adquiere una dimensión ominosa, peligrosa incluso: si alguien cediera ante el deseo homosexual, no podría jamás reclamar para sí el título de "hombre honrado", "sin vicios". La acusación de sodomía, de violación, ambiguamente formulada es una dimensión que irrumpe dentro de la vida regular del sujeto acusado.

Finalmente, otra de las irrupciones nefandas de la sodomía, de un acto privado que irrumpe en la esfera pública se constituye en la necesidad de escuchar testimonios de algo que no se habla. Los tribunales atienden a la prsencia de informes médicos que describen aquello que no está acostumbrado a leer ni visualizar. Al tratar los crímenes de sodomía, la justicia tiene que "escuchar aquello ante lo cual comúnmente se permanece sordo" [2]. La sodomía obliga a entrar en la intimidad, en una intimidad de la cual no se quiere saber nada, cuyos componentes corporales no están a la vista en la vida pública 'normal y decente'. Un ejemplo detallado está un informe médico hecho a Jorge Sepúlveda (15 años, Antofagasta):

"El menor tenía en su ano demostraciones evidentes de haberse introducido en ese órgano un cuerpo extraño, pues tenía excreciones muy [¿?]. Examiné también al inculpado quien presentaba en su miembro viril las mismas demostraciones de un acto carnal, pues aún conservaba en el prepucio restos de semen, como también se observaba en sus ropas, en la región meconia del pene humedad y restos de semen"

Notas

[1] Chaumon, Op. cit., p. 65
[2] Íbidem, p. 87

Thursday 6 November 2008

'Nunca está lo suficientemente oscuro' pt. 2

Sodomía: consentimiento y violación

La dimensión doblemente problemática (teórica y metodológicamente) de la sodomía tiene que ver fundamentalmente con el uso de la misma palabra para designar cosas que hoy parecen de órdenes distintos: el sexos consentido y el que dobla la voluntad. Más aun, es posible que se tipifique como sodomía una relación sexual que no alcanza a realizarse: "en cuanto a la organización de los delitos en el Código Penal de 1874, la sodomía agrupó tanto los actos que se referían al intento de penetración anal, o la consumación de este hecho"[1]. El sexo homosexual es, por ende, algo punible en sí mismo, sin ser ni siquiera 'atenuante' que haya existido consentimiento entre ambos individuos.

El castigo a la sodomía puede explicarse por ser ésta parte de los crímenes o pecados nefandos: "delitos que, según la hermosa expresión de las leyes, ni aun hablar es permitid, porque esta es la significación de la palabra nefando"[2]. Las consideraciones que fundamentan el carácter de delito del sexo homosexual van desde su condena por ser contra-natura hasta el relevamiento de la imposibilidad procreativa de la relación homosexual [3].

Aquí el lugar de la ley se inscribe como una de las formas en las cuales se restituye la normalidad una vez constatada la 'desviación'. El derecho interviene "cuando un acto atenta contra un lazo social"[4]. Cabe preguntarse ¿qué es lo que se busca perseguir? ¿Cuál es el acto que las leyes consideran que atenta contra los vínculos sociales? Aquí toma fuerza el enunciado psicoanalítico freudiano: el super yo se nutre del id, adquiere fuerzas de él [5]. La criminalización de la sodomía existe como una forma de asegurar y de reafirmar la fuerza que tienen las coordenadas de la sociedad chilena de principios de siglo. Perseguir la homosexualidad es una forma de reafirmar el ideal de familia: 'burguesa', bien constituida, 'decente'. Este último término saldrá a la luz en varias declaraciones y alegatos de inocencia. Un crimen nefando como la sodomía, que subvierte una de las expectativas sociales fundamentales (la reproducción), no puede sino ser expulsado de cualquier espacio favorecido por la ley.

Sólo tomando esto en consideración podemos explicarnos el porqué de la inclusión bajo la figura de sodomía del sexo consentido y la violación. El crimen aquí no parece ser en lo esencial un quebrantamiento o una obligación de la voluntad. No se pone de manifiesto si se traspasó un límite de intimidad o de privacidad en la violación: lo más grave aparece como la sodomía en sí, como centro del crimen y de la transgresión. De esto se sigue que los casos revisados no pongan el acento en la indagación sobre el carácter de la relación homosexual, sino que busquen establecer (mediante signos corporales - leídos por el médico - y manifestaciones visibles - aportadas por los testigos) la existencia de la relación. El aparato judicial trabajará, en conjunto con la pericia médica, para descubrir y hacer públicos actos que pueden haberse realizado en forma privada.

Una pequeña reflexión respecto de esto: el tratamiento judicial del crimen, especialmente en el caso de la sodomía, pone en juego la suposición de que es posible perseguir un acto que se haya realizado 'en privado' por las amenazas que supone para lo público. De ahí que puea establecerse que independiente de la presencia o ausencia de consentimiento la ley asume su legitimidad de castigar e investigar la sodomía ahí donde haya ocurrido. Sea violación o sexo de pareja, la relación homosexual es arrojada a lo público, no merece intimiedad, aun cuando sea un crimen nefando. "The 'bad subject - the sexual deviant - remained subject to state intervention, and was deemed sufficiently dangerous as to warrant intruision into the sanctified private sphere"[6]. El homosexual es uno de esos sujetos (como lo fueron los esclavos) sin derecho a la privacidad. Su condición (ante la ley) de criminal lo hace público en todo momento. En este punto podemos hacer una pregunta dentro del análisis de lo privado: la posibilidad de que la ley irrumpa en cualquier lugar considerado privado con tal de perseguir la sodomía ¿tiene un correlato con los lugares donde esta existe? ¿Qué relación hay entre la dimensión 'criminal de la sodomía y los espacios en los cuales existe? ¿Cómo dar cuenta de la sodomía en términos de 'crimen secreto'?

Sin entrar en la pregunta, podemos afirmar que los materiales escogidos (expedientes judiciales) hacen eco del estatuto ambiguo de la sodomía como sexo consentido y como violación. Corresponden a casos entre los años 1908 y 1934 en Valparaíso, Arica y Antofagasta. Su elección se debe a la posibilidad de acercarnos a los testimonios de los sujetos, intermediados por el lenguaje del proceso judicial. No es eso un problema aquí, dado que busco actitudes frente a la sodomía dentro de un contexto que la visibiliza a través de la judicialización. Sin embargo, esta elección tiene sus costos. En primer lugar, no es posible constrastar entre la mera reacción a la sodomía (proceso juducial) y la 'persecusión' que de ella se hace: acción policial y representaciones de la homosexualidad, por ejemplo. Asimismo, la tipificación de sodomía como sexo entre hombres deja de fuera inmediatamente el sexo entre mujeres. Todos los casos tienen como imputados a hombres, y ello fuerza un enfoque particular.

Con todo lo anterior en mente, recorreré ahora los pasajes que mencioné en un principio: violación y lo privado; lugares de la violación; espacios de la intimidad quebrada; publicidad del cuerpo.

Notas

[1] Conejeros, Victor, Cuerpo, significancia, subjetividad. Una reflexión acerca de los lazos del 'hombre'. Chile, fines siglo XIX/principios siglo XX, Informe de seminario de grado para optar al grado de Licenciado en Historia, profesora guía Alejandra Araya, Universidad de Chile, Santiago, 2006, p. 273
[2] Conejeros, Op. cit., p. 262
[3] Ibidem, pp. 274-275
[4] Chaumon, Frederick, La ley, el sujeto y el goce. Lacan y el campo jurídico, Buenos Aires, Ed. Nueva Visión, 2004, p. 71
[5] Freud, Sigmund, El yo y el ello, México, Alianza Ed., 1992, p. 45
[6] El 'mal sujeto' - el desviado sexual - permanecía sujeto a la intervención estatal y era considerado suficientemente peligroso como para requerir la intrusión en la santificada esfera privada. Houlbrook, Matt, Queer London. Perils and pleasures in the sexual metropolis 1918-1957, EEUU, Chicago University Press, 2005, p. 20

Sunday 2 November 2008

'Nunca está lo suficientemente oscuro' pt. 1

Lo que sigue es un fragmento de un trabajo hecho para un seminario de historia de las mentalidades y de la vida privada. Trata sobre sodomía en Chile a prinicpios del s. XX. Comments are appreciated.


We will always wonder, sharing with compassion in this archive fever, what may have burned of his secret passions, of his correspondence, or of his 'life' [1].

Jacques Derrida


Sodomía no es, con mucho, un término de significado claro; adquiere una particular amplitud dentro de los que le da el campo jurídico. Es por ello que un tratamiento de la sodomía históricamente considerada se enfrenta desde el primer momento a un problema. La sodomía, parece, es el problema en una doble dimensión: el concepto de sodomía, su extensión, y por otro lado el problema que la sodomía representa a una sociedad pasada.

El siguiente trabajo pretende explorar, rozar y rasguñar apenas el problema de la sodomía en el Chile de principios del siglo XX; la historia de las mentalidades, en el contexto de la historia de la vida privada nos servirá de telón de fondo para plantear las preguntas y para orientar el tratamiento metodológico de los materiales en cuestión.

¿Cómo se compone este telón de fondo historiográfico? ¿Qué amerita su pertinencia en este caso? Propongo que puede delimitarse operativamente el concepto de mentalidades como aquellas actitudes frente a los aspectos estructurantes de la vida social, las cuales se expresan tanto en los ámbitos de la vida cotidiana como en aquellos que podemos llamar 'excepcionales'. Como tales, estas actitudes pueden hacerse presentes tanto en representaciones como en acciones; lo importante aquí es que la actitud, como la palabra lo dice, es algo que se actúa. Y entiendo acá actuar no como pretender algo (actuar como falsear), sino como realizar una acción, ser agente de algo que se lleva a cabo [2], de un proceso que se hace visible a través de los sujetos que conforman el grupo cuyas mentalidades nos interesa reconstruir. La historia de las mentalidades como enfoque, por lo tanto, se interesa por aquellos elementos 'primordiales' o 'fundamentales' en la constitución de los grupos sociales. Mentalidad como movimiento que circula alrededor de aquello que nos puede parecer obvio, natural, dado: la familia, las costumbres naturalizadas, la socialización, los prejuicios, la autoridad. Pero también las mentalidades rondan e irrumpen los terrenos escabrosos de la vida: la muerte, la enfermedad, el odio, la vergüenza, el sexo. A través de las mentalidades podemos ver cómo se constituye una sociedad, pero también cómo se constituye un sujeto y un individuo particular.

De este último proceso deriva el interés por al vida privada. Las mentalidades forman parte del tablero en el cual es posible la individuación. Es por eso quizás que el trabajo inicial sobre la vida privada haya sido planteado por historiadores que trabajaban a partir de las mentalidades y el imaginario. "En lo privado se encuentra encerrado lo que poseemos de más precioso, lo que sólo le pertenece a uno mismo, lo que no concierne a los demás, lo que no cabe divulgar ni mostrar" [3]. La vida privada, lo privado, puede ser asociada en términos generales con la intimidad y la cercanía, pero para el período que nos interesa y dentro del contexto de un Estado ya constitudo, lo privado también se define en oposición a una de las dimensiones de lo público: lo estatal. Estado que no deja de tener múltiples manifestaciones: la autoridad política, pero también la presencia de la regulación legal de la vida pública, además de la posibilidad y deber de los aparatos judiciales de resolver 'conflictos entre privados'. En el s. XX, privado se opone a público/estatal, pero también acarrea la noción de individual; se conforma aquí el trinomio que podemos reconocer hoy en nosotros mismos: privado/íntimo/individual.

¿Cómo relacionar esto con la sodomía en Chile durante el primer tercio del s. XX? Nos encontramos en un punto en el cual los códigos, prácticas y normas que sirvieron para 'construir el país' durante el XIX entran en un conflicto cada vez mayor con los sujetos que se han producido como efecto de los procesos de 'modernización' de la sociedad chilena. Para la sodomía, vemos confluir un nuevo saber médico, cientificista, técnico, junto a una práctica y un saber judicial que tipifica, clasifica, persigue y castiga el crimen en una dimensión del derecho que se pretende positiva, pero que hereda mucho de las concepciones 'naturales' del mismo. Un sodomita es sujeto de la justicia y del saber médico. Sujeto de la justicia (¿deberíamos acaso decir del derecho? [4]) en tanto la sodomía contraviene la ley y con ello una cierta estabilidad de los lazos sociales; sodomita como alguien que, dentro del contexto del bien público, debe ser reprimido en sus conductas. Sujeto del saber médico toda vez que el sodomita y su cuerpo son puestos por la justicia a disposición de la ciencia en virtud de la necesidad de producir un saber a partir del cuerpo; intimidad y privacidad del sodomita que puede ser intruseada, examinada, medida, observada y finalmente informada por el saber médico. Los sodomitas no gozan de privacidad en términos jurídicos, y una vez hecha la irrupción del aparataje judicial, su intimidad corporal también es borrada en pro del proceso mismo.

Por lo tanto, este trabajo se plantea desde el enfoque de las mentalidades en un aspecto específico de la vida privada de los homosexuales en Chile a principios del s. XX: la intimidad homosexual, sus lugares y las actitudes que podemos configurar a partir de los registros judiciales. Con la sodomía en tanto relación sexual estamos frente a uno de los ejes en torno a los cuales se articula la sociedad: el sexo permite la reproducción individual [*], y está presente en la reproducción social [5]. La dimensión estructurante del sexo (al igual que la de la muerte o el dolor) en la vida social nos remite al psicoanálisis como referente teórico y metodológico para el tratamiento de la sodomía. Pone en juego no solamente las dimensiones psíquicas referidas al sexo y el deseo, como las trabaja Freud, sino que tambiénnos permite añadir otra dimensión fundamental, sino que también nos permite añadir otra dimensión fundamental: la ley. En esta ocasión, para tratar el rol de la ley en la intimidad homosexual y las actitudes frente a la conducta homosexual me concentraré en el trabajo de Jacques Lacan, dado que pone en juego la dimensión lingüístico-normativa del funcionamiento psíquico.

En virtud de enfoque y el problema escogidos, me gustaría plantear los pasajes a través de los cuales tratar el problema. Por una lado está la dimensión de la violación y el traspaso de lo privado. Otra entrada al mismo tema pone en juego los lugares de la violación sodomita. Asimismo, la intimidad consentida y su quiebre nos proponen una posibilidad de abordar el problema. Finalmente, nos queda la dimensión de cuerpo público del sodomita y su exposición medicalizada.

Establecido entonces nuestro telón de fondo y los lugares de entrada, podemos delinear el 'pasaje central' a partir del cual podré trabajar con los casos judiciales y los problemas que plantean los materiales. En primer lugar, problematizaré el concepto de sodomía a prinicipios del XX, teniendo en cuenta la ambivalencia que reviste el término. A partir de ello, veré qué preguntas pueden plantearse desde esa ambigüedad en la clave de las actitudes frente a la conducta sodomita. Despejado lo anterior, se pueden delimitar las dimensiones y lugares de lo privado que nos ocupan aquí y su entrecruzamiento con la maquinaria judicial. Con esto se puede abordar la cuestión de los expedientes judiciales como materiales a partir de los cuales se puede abordar el problema y los enfoques a los que 'obligan'.

Notas

[1] Derrida, Jacques, Archive fever: a freudian impression, USA, Chicago University Press, 1998, p. 101. Siempre nos preguntaremos, compartiendo con compasión este mal de archivo, lo que pueda haber ardido de su pasiones secretas, de su correspondencia o de su 'vida'. Las traducciones del inglés son mías.

[2] Judith Butler discute de forma interesante las implicaciones de usar la noción de 'actos' en "Performative acts and gender constitution: an essay in phenomenology and feminist theory", Theatre journal, vol. 40, nº 4, 1988, pp 519-531.

[3] Duby, Georges y Ariès, Philippe, Historia de la vida privada. Tomo 1: Imperio romano y antiguëdad tardía, Madrid, Taurus, 1994, p. 10

[4] Las diferencias entre justicia y derecho, o más bien, entre la posibilidad de justicia y la justicia como derecho son tratadas por Derrida en Fuerza de ley: el fundamento místico de la autoridad, Madrid, Tecnos, 1997. Ver especialmente la primera parte

[*] Aun cuando no es mi interés aquí, creo importante ver el lugar de la dimensión no-reproductiva del sexo homosexual en la estructuración de las actitudes frente a la sodomía. A pesar de que no pude verla con claridad en los materiales trabajados, me parece que es una buena entrada para futuros trabajos.

[5] Heller, Ágnes, Sociología de la vida cotidiana, Madrid, Eds. Península, 1987, p. 19

Saturday 1 November 2008

Ópera

Hoy (o ayer, da lo mismo) fuimos con Andrés y Anita a la ópera a ver las Bodas de Fígaro. Es de Mozart, y por eso fue raro en un principio. 'La diferencia entre el barroco y la música clásica es su predictibilidad. Bach y Vivaldi (pero mucho más Vivaldi que Bach) son como un paseo por el bosque, no sabes qué te puede pasar, de dónde puede salir algún animal o hacia dónde te puede llevar un camino; Mozart por el contrario es como andar en tren: de repente vas más rápido, pero siempre termina llegando a la hora'.

Me gustó el montaje de todos modos. La historia es, a final de cuentas, toda una gran contención de líbido. En realidad no es tan así, pero me dio la impresión que había mucha represión de cualquier demostración erótica. Es un erotismo disimulado, metafórico, pero de todos modos un tanto culposo. Que debe ser hecho comedia para poder darse licencias un poco más 'picarescar' de vez en cuando. Pero está toda la imagen cortesana del s. XVIII ahí: las intrigas, los engaños y también la comedia de equivocaciones (and with drag in it!). Figaro mintiendo para tapar otras mentiras, siempre haciendo calzar todo sin que el idiota de su señor se dé cuenta.

Lo lindo fue que partió todo con la obertura en un tempo muy rápido, pero no acelerado. De ahí lo bacán fue ir viendo el efecto de la luz a lo largo del día y bla bla, detalles. Al final la ópera es teatro costumbrista europeo.