Musique

Sólo hay una posibilidad de acercarse a la inocencia. Para una persona envuelta en fracaso o angustia, existe el momento que es capaz de 'redimir' (o más bien de echar por la borda, de alejar definitivamente de la vida) una vida, un acto, un minuto de dolor. La búsqueda puede tomar la vida entera. Y muchas veces se alcanza en la soledad de la pieza, en un momento de claridad pre mortem.

Pero en el callar, en el tener una vida que es tan superficialmente disímil del resto de miles de millones de existencias que se esparcen y alumbran con los ojos en cada segundo, se mantiene una experiencia común. Voy a ser arbitrario: lo que a mí me llega en una película no es la verosimilitud, es más la capacidad de relacionarme con personajes falibles, que son uno mismo. Entidades que se construyen a partir de lo que callan, de las personas que dejan de conocer, de la conciencia total de que la simultaneidad en la que están insertos es un reflejo difuso de lo que se experimenta fuera de la historia. Personas que no tienen por qué contar una gran historia ni volverse famosos ni alcanzar una epifanía total. Y sin embargo, son capaces de rearmarse en cada momento que presencian, de llenar la pantalla o la página o la letra que hacen habitar sin querer queríendolo.

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