Monday 17 November 2008

'Nunca está lo suficientemente oscuro' pt. 5

Tercer pasaje. ¿La privacidad del sodomita?

Ante el panorama rebosante de forcejeos, golpes, aturdimientos, chicos maniatados, obligados, manoseados y violados, ¿cómo podemos reconstruir la intimidad y los espacios privados de los homosexuales de Chile a principios de siglo? ¿Hay realmente una diferencia entre el lugar de la violación y el lugar del sexo consentido? ¿Cómo hacer esa distinción si es que los expedientes igualan sexo con y sin consentimiento? Nuevamente, lo nefando acá cumple un rol fundamental, pues al ser el sexo homosexual un crimen del cual no se debe hablar, el acto mismo se esconde. Sea que constituya un crimen en tanto violación o en tanto mero coito, la sodomía vive signada bajo la pretensión de secreto, manifestación de una actitud de la sociedad chilena ante el sexo entre hombres.

Contamos al menos con un caso en el cual el consentimiento aparece de forma más o menos evidente y otro en el cual se afirma por una de las partes, el de Nabod Quippes, quien afirma que fue el mismo Dagoberto quien le dijo: "que me prestaría su ano para hacer una cochinada; al principio me negué a todo, pero en vista de su insistencia, accedí [...] y él por sus propias manos se bajó los pantaloncitos y se tendió boca abajo en el suelo, sacando yo mi miembro introduciéndoselo por el ano y como intentara gritar me levanté". Ahora bien, me concentraré en el otro caso para poder dar cuenta de la forma en que se maneja la intimidad, en torno a qué lugares y en qué modalidades.

En la noche del 23 de noviembre de 1933, Héctor Podestá (mozo de profesión y de 23 años de edad) es enviado a comprar cerveza por Laura Flores. Durante esos días, Felisa Campos se alojaba con Podestá y lo acompaña en el auto a comprar y pasa a ver a un amigo al local "Moulin Rouge", pidiéndole a Podestá y al chofer, Segundo Núñez (27 años) que la esperaran. Según las declaraciones de Núñez y Podestá: "Nosotros avanzamos hasta la calle Río de Janeiro y allí estábamos en espera de la mujer, cuando llegó la pareja de carabineros que nos detuvo y diciendo que estábamos cometiendo el delito de sodomía, nos trajo preso [sic]". Agrega Núñez: "es posible que por el hecho de estar sentados en el mismo asiento los dos, el sargento haya creído que cometíamos el delito que se nos imputa". La versión de los carabineros difiere y enfatiza otros puntos que no dejan de ser relevantes:

"Sería la una y cuarto al llegar a la calle Quito, que es una calle oscura y despoblada, divisamos casi en la esquina de Iquique un automóvil cerrado que estaba en la parte oscura. Nos acercamos al [¿grupo?] y al llegar al auto alumb´re conmi linterna y pude comprobar que en el interior se hallabal el chauffeur Segundo Núñez y el individuo llamado Héctor Podestá cometiendo el delito de sodomía. Inmediatamente de ser sorprendido, el chauffeur salió del auto y se fue al volante abrochándose el pantalón; y Podestá a su vez se levantaba los suyos, es este hacía de mujer. Procedí a detenerlos y ambos reconocieron el hecho y me suplicaron no dar cuenta del hecho".

La investigación pide los exámenes médicos pertinentes, que confirman la conducta sodomita habitual de los inculpados. Adicionalmente, los testimonios de diferentes testigos, incluyendo a Laura Flores y Felisa Campos, ponen en duda las declaraciones de Podestá y Núñez. Un reporte que devuelve orden de investigación de parte del tribunal confirma la versión de los carabineros: "Al ser interrogado Hector Podestá, que se encuentra actualmente en la Cárcel, confesó su delito, diciendo ser efectivo haber cometido actos de sodomía con Segundo Núñez". Sucede con Núñez lo mismo que en casos anteriores: negación del acto y reafirmación de la conducta intachable por parte de testigos cercanos.

Creo pertinente aquí enfatizar dos dimensiones que permiten entender la conformación de lo privado en este caso: el secreto y el lugar. Como expliqué anteriormente, podemos entender la elección de los lugares de la sodomía en función de su condición nefanda y el secreto que esta impone. De ahí el alejamiento y la reclusión en espacios oscuros, que se repite aquí en el caso del auto cerrado en una esquina oscura. A mi entender, el lugar íntimo de la sodomía consentida se construye en este caso a partir de la oscuridad y el secreto (algo similar en el caso de Nabod Quippes). La conducta por lo tanto no es una suerte de 'disidencia sexual' propiamente tal: quienes han acordado tener sexo anti-natura lo hacen lejos de los ojos de quienes los han excluido del decir público [1], se conforman con tener sexo bajo los parámetros y las normativas de la sociedad de su tiempo.

No parece ser (así sugiere el expediente) que sea 'la primera vez' de Núñez y Podestá, al menos individualmente (es una pena no poder adentrarse en las historias de vida de los involucrados). De ser este 'uno más' dentro de los muchos encuentros sexuales, no debiera sorprendernos que se admita el crimen. No obstante, el episodio permite plantear algunas preguntas que sólo podrán ser resuletas mirando más casos, o que podrían esclarecerse profundizando más en la vida de los inculpados. ¿Es esta intimidad inestable, oscura y pretendidamente secreta la forma en la cual ocurren los encuentros sexuales entre hombres a principios del s. XX? ¿Hay formas 'domésticas' de intimidad? ¿Qué sucede con los jóvenes solteros que viven solos y sus amantes?

Ante todo, el espacio se puede leer como frágil. No es más que un auto cerrado en una esquina oscura, que en cualquier momento puede ser alumbrado por la policía, la cual curiosamente dirige su atención a un automóvil precisamente por encontrarse en una esquina oscura [2]. Aquí es la ley que irrumpe en una intimidad cuidadosamente fraguada, que se vive con la posibilidad siempre cierta de que en cualquier momento tenga que disolverse y pretender como si nada hubiese pasado. La esfera de lo privado (en lo que concierne a lo sexual) puede proponerse entonces como transitoria y efímera en estos casos. Una intimidad etérea en los espacios públicos. No me parece pertinente suponer que una intimidad efímera se constituya de la misma forma que una más estable, por lo que homologar ambas instancias implica subsumir la esfera de los privado sin tomar en cuenta los espacios y las modalidades que adquiere. Lo fundamental es la debilidad que tiene la intimidad homosexual ante el poder total que tiene la ley de quebrarlo todo, de inestabilizar la intimidad, de obligar a poner en acción una serie de pantallas para no caer preso del castigo.

Notas

[1] ¿Forclusión social de la sodomía? ¿Es posible aplicar a nivel social un concepto lacaniano que se refiere a la psiquis? Al menos parece una metáfora atractiva
[2] La capacidad policial de identificar las 'conductas desviadas' en virtud de signos y señales es trabajada por Houlbrook en Op. cit., pp. 22-25

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