Monday 17 January 2011

Cosas de ahora

Evelyn Matthei y Andrés Allamand en el gabinete, Ley de Seguridad Interior del Estado en Magallanes, Carlos Larraín al Senado. Todo cada vez más oscuro parece. Mientras más colapsa la idea de 'Nueva derecha', menos parece ser capaz la oposición de avanzar en la pelea de posiciones. La secuencia de acontecimientos ha sido tan precipitada que no ha hecho sino resaltar la desarticulación de la izquierda (y, por qué no decirlo, de la Concertación), con lo cual la última semana tiene mucho más sabor a oportunidades perdidas que a posibilidades que se abren.

La movilización intensa que se produjo en Magallanes tras el anuncio del alza del gas no fue contestado sino con la misma intransigencia con la cual el Gobierno enfrentó la huelga de hambre de los presos políticos mapuche. Aun cuando me parece una señal tremendamente positiva que haya sido una entidad al menos nominalmente autónoma como la Asamblea Ciudadana la que ha actuado de interlocutora frente al Gobierno, no deja de ser preocupante la forma en que los espacios son rápidamente fraccionados al momento de negociar. Parece que años fuera de los circuitos de la Realpolitik han hecho que los elementos más críticos de la izquierda se amparen bajo un 'todo o nada', que termina haciendo a lxs dirigentes transar de manera ridícula y casi siempre de espalda a sus bases.

Lo interesante es que cómo una situación particular de la región logró instalarse como tema nacional que excede el caso particular de la medida. Pero, al mismo tiempo (y de manera muy similar a la cuestión del ajuste curricular que implicaría la reducción de las horas de historia), el potencial crítico ha sido rápidamente enterrado por medios de comunicación y por políticos de la derecha y la Concertación. ¿Sería posible plantear una secesión total de Magallanes en caso que las demandas de la Asamblea no se cumpliesen? ¿Qué haría el Gobierno frente a una amenaza de anexión a Argentina (o, lo que es casi lo mismo, frente una migración masiva)? Asimismo, el elemento económico más crucial ha ido quedando en segundo plano: un cuestionamiento a la predominancia incuestionable de la lógica tecnocrática tras las decisiones del Gobierno.

Sin embargo, a diferencia de la huelga de hambre y del rechazo al ajuste curricular, el Gobierno ha tenido que pagar costos políticos (al menos nominalmente). El problema que me parece ver aquí es que se está transformando una derrota en un triunfo de la derecha. La obscenidad del cambio de gabinete y de la nominación de Larraín en el cupo de Allamand no hacen sino escenificar de manera triste y patética la debilidad de la izquierda para aprovechar instancias de articulación mayor frente a los puntos flacos de la hegemonía neoliberal. La amenaza de represión desbandada que se cierne sobre Magallanes se acompasa del desembarco de dos políticxs que no parecen facilitar la situación para un avance en la 'guerra de posiciones'. Ambxs (mucho más Matthei que Allamand) son 'portavoces de modelo', políticxs tecnocratizadxs del más grueso calibre y con una capacidad para desbaratar a sus interlocutorxs que sería un error subestimar.

Tal vez lo más preocupante, en ese sentido, sea el nombramiento de Evelyn Matthei como Ministra del Trabajo. Por mucho rechazo que pueda tener, lo cierto es que tiene la capacidad política para hacerse oir dentro del Gobierno y dentro de la Coalición, con lo cual es mucho más que posible que la 'agenda laboral' avance de manera expedita y brutal. Me imagino que en la CUT (e igualmente en la ANEF) deben estar en un momento de desesperación frente al difícil escenario que se perfila para 2011. La pregunta es evidente: ¿es posible que algo bueno salga de la adversidad? A mi modo de ver, es este el mejor momento para que Arturo Martínez salga de la CUT de una vez por todas y Cristián Cuevas logre un grado mayor de influencia. Si existe alguna posibilidad de que el movimiento sindical deje de funcionar como un grupo a la defensiva y se coordine con otros espacios para avanzar un proyecto de desmantelamiento del Estado tal cual lo conocemos, me parece que es con Cuevas más que con Martínez.

A riesgo de que suene como un desacierto, me parece que lo menos alarmante es lo de Larraín. El MOVILH ha hecho amplia difusión de dichos homofóbicos y de posturas anti-LGBT del actual presidente de Renovación Nacional. Honestamente, no me parece algo de primera prioridad. Concentrarse exclusivamente en la figura de Larraín permite esconder la manera en que la Concertación ha sido menos que progresista a la hora de posicionarse en relación a la agenda LGBT (pensemos en la polémica Rossi-Andrade tras el fallido proyecto de matrimonio igualitario). Al mismo tiempo, el carácter conservador de los proyectos impulsados por la homosexualidad de Estado (MOVILH, MUMS y demases) queda evidenciado en su nulo interés por pensar el matrimonio igualitario como un piso mínimo desde donde radicalizar las discusiones y llegar a un cuestionamiento/transformación profundo de las estructuras heteronormativas. Al mismo tiempo, no hay siquiera el más mínimo guiño a otras luchas, ya sea en el campo genérico-sexual como en otros espacios políticos de izquierda. De este modo, me parece un error sobreacentuar la crítica a Larraín en tanto 'homófobo' y no resaltar el carácter anti-democrático de nuestro actual sistema político.

Parece que se avanza más mientras más lejos estamos de Santiago.

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