Tuesday 21 February 2012

Malcolm X, en el aniversario de su asesinato

Well, I am one who doesn't believe in deluding myself. I'm not going to sit at your table and watch you eat, with nothing on my plate, and call myself a diner. Sitting at the table doesn't make you a diner, unless you eat some of what's on that plate. Being here in America doesn't make you an American. Being born here in America doesn't make you an American. Why, if birth made you American, you wouldn't need any legislation; you wouldn't need any amendments to the Constitution; you wouldn't be faced with civil-rights filibustering in Washington, D.C., right now. They don't have to pass civil-rights legislation to make a Polack an American.

No, I'm not an American. I'm one of the 22 million black people who are the victims of Americanism. One of the 22 million black people who are the victims of democracy, nothing but disguised hypocrisy. So, I'm not standing here speaking to you as an American, or a patriot, or a flag-saluter, or a flag-waver -- no, not I. I'm speaking as a victim of this American system. And I see America through the eyes of the victim. I don't see any American dream; I see an American nightmare.

[Bueno, yo soy alguien que no cree en diluirse. No voy a sentarme a su mesa y verlxs comer, con nada en mi plato, y llamarme un comensal. Sentarse en una mesa no lxs hace un comensal, a menos que coman algo de lo que está en ese plato. Estar aquí en los EEUU no lxs hace estadounidenses. Nacer aquí en EEUU no lxs hace estadounidenses. Pues, si el nacimiento lxs hiciera estadounidenses, no necesitarían legislación; no necesitarían enmiendas a la Constitución; no estarían enfrentando a los filibusteros en Washington DC ahora mismo. Ellos no tienen que aprobar legislación de derechos civiles para hacer a Polack estadounidense.

No, no soy estadounidense. Soy una de las 22 millones de personas negras que son las víctimas del Americanismo. Una de las 22 millones de personas negras que son las víctimas de la democracia, nada más que una hipocrecía disfrazada. Entonces, no estoy aquí de pie hablándoles como un estadounidense, o un patriota, o un saludador de banderas, o un flameador de banderas -- no, no yo. Estoy hablando como una víctima de este sistema estadounidense. Y veo a EEUU a través de los ojos de la víctima. No veo ningún sueño americano; veo una pesadilla americana]

Los sesenta se llevaron a mucha gente. Fanon y el Che, Martin Luther King y Lumumba. Sus peleas no fueron todas por lo mismo, y lo hicieron saber. Sin embargo, lo que subsiste en cada caso es una obstinación por no dejar pasar un ápice de la deshumanización que se enmascara de 'justicia', 'orden', 'necesidad', 'estabilidad', 'naturaleza'. Como ellos, muchxs perdieron el cuerpo, y nosotrxs no podemos eludir el deber de recordarlo. Siempre pienso lo mismo: la clave no es ser ellos, ni hacer lo que ellos hicieron de la misma forma, sino todo lo contrario. Estar aquí, en este tiempo, y desde ahí producir la radicalidad. Pero sin olvidar la indignación, sin olvidar la rabia. Malcolm X era una máquina de rabia, y una rabia con la que no puedo encontrarme en pleno acuerdo. No importa, lo respeto. Respeto la rabia de Malcolm X por el valor de dar la cara, por no darse el lujo de posturas acomodaticias. Si la pesadilla del linchamiento parece (pero no me atrevo a decirlo, si al fin y al cabo sigue estando Rodney King en las pantallas) desvanecida, hoy las pesadillas son tanto peores. Pesadillas que no son tan nuestras, cierto, pero que no por eso dejan de infiltrarse en nuestros sueños. La pesadilla de Chile tiene muchos nombres, y EEUU ha sabido hacerse pasar por la fantasía azucarada (o peor, por un ensueño light). Suena feo decirlo, pero el sueño de la razón produce monstruos.

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