Thursday 9 February 2012

Playa

Este sábado 11 partimos a la playa. Va mi familia, Víctor y yo. Mi hermana y su pololo llegan después. Hace mucho que no veraneamos así, colectivamente, como panorama familiar. Cuando era más chico viajábamos harto. Mis papás ganaban mejor que ahora, en circunstancias mucho más estables. No creo que fuésemos más felices entonces (por lo demás, tampoco creo que sea yo más feliz ahora, simplemente tengo claro que puedo pensar si estoy o no feliz, mientras que en ese momento no podía siquiera plantearme la pregunta por la felicidad; son cosas que sencillamente no se piensan cuando se es chicx), pero vivíamos con más plata de la que vivimos ahora. Así eran los noventa: una abundancia cuyo fin aparecía imprevisible para mucha gente, una abundancia de límites irrelevantes, porque no era necesario plantearse la pertinencia de un límite para la abundancia. Para nosotrxs fue seguramente para del embobamiento y la ensoñación que significó la transición. Precisamente porque esa infancia me fue posible es que la transición fue considerada exitosa, y por eso mismo pudo alargarse tantas veces.

Las idas a la playa a veranear son todavía una parte de esa infancia. No importa que haya ido con muchas personas al mismo balneario, a la misma casa. Ese espacio sigue con la marca del pasado, lo que no quiere decir que no cambie, sino que el pasado se reactualiza perpetuamente. Es un lugar lleno de tiempo, que no puede deshacer su policronía cada vez que lo visito. Me pregunto si a otras personas les pasa lo mismo con otros lugares que no visitan cotidianamente.

No comments: