Tuesday 1 May 2012

Trabajar

Seguimos teniendo en mente un tipo de mundo en el que trabajar es algo que dignifica, y yo creo que eso no está del todo mal. Lo terrible es pensar que en este país, y bajo las actuales circunstancias que son nuestro presente, el defender a lxs trabajadorxs es un trabajo más, y que quienes lo ejercen sean personas despreciables en tantos sentidos que la rabia se atora en la garganta. Hay una memoria que se transmite con todos los ripios que imponen nuestras condiciones, y no está mal que no recordemos de forma pura, pero me produce angustia ver que hay poco más que conmemoraciones repetidas año a año. ¿En qué momento salir a la calle y decir 'soy trabajadorx' se volvió algo ignorable? ¿En qué momento armar un sindicato pasó a ser un trámite o una lucha por la subsistencia?

La nostalgia deja poco. De hecho, la nostalgia es bastante avara. Es avara y veleidosa, porque beneficia precisamente a quienes se merecen más bien estar haciendo cualquier otra cosa que redactar discursos reciclados, dar conferencias de prensa que no alcanzan ni siquiera para una bravata comunicacional. Dan ganas de llamarse cualquier cosa menos trabajadorx cuando en los sillones engordan tanto lxs dirigentes que las cuotas sindicales apenas cubren la ropa interior que les aguanta la raja. O hay que llamarse de otra forma o hay que quitarles el nombre y hacer de ese nombre otra cosa. Porque si son esxs lxs trabajadorxs que van a hacer la revolución, preferiría que su revolución no llegase nunca y que nos hagamos otra revolución mejor.

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