Monday 25 January 2016

Un año

Transcribiendo me tiritan las manos. No dejo de constatar, una y otra vez, el esfuerzo físico del escribir. Aun esta inmaterialidad de la pantalla le exige al cuerpo, las palabras son capaces de reconducir la musculatura y hacer que se resienta (y la palabra de Lupe también: una lengua filosa que estira al pensamiento al punto de desgarrarse).
"¿Quién escribe al unísono?, quién es escribiendo a la par en la otra página? Resuena su relato en mis órganos musicales. No es ritmo, es la cercanía de un compás de fondo que le impulsa desplazamiento a mi cuerpo por momentos retraído, ensimismado. Porque también exprime escribir, este ejercicio prolijo de trasvasar en palabras, esquivando las que se cuelan como virus por las disminuidas defensas del cuerpo expuesto a infecciones y expresiones ajenas que arremeten contra mi debilidad, esta flaqueza pasajera. Y poco a poco me doy cuenta de que no hay tal trasposición a las palabras, sino que peligro yo al escribir: son ellas, las palabras, que arrastran mi mano y con ella esta parcela es jalada por las letras, por el roce del sonido, del sentido que producen entre sí y se enciende otra cosa, cosa que empuja hacia zonas lábiles y quemantes".
Guadalupe Santa Cruz, Esta parcela

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