Saturday 26 August 2006

Beckett (Rimbaud asceta)

Un personaje autoexiliado de su patria (¿pero qué es una patria al fin y al cabo?) y de su idioma. De la misma manera que Rimbaud, se aleja de su mundo inicial y emprende un viaje, con la salvedad que es este alejamiento el que lleva a Beckett a otorgarnos sus mejores obras. En la lejanía de la lengua original el dramaturgo se transforma en una figura. La poesía críptica en Rimbaud, de ‘difícil interpretación’ se transforma en el tartamudeo beckettiano, de un estilo claro y preciso. En ambos casos, no es lo que el autor nos trata de comunicar lo que realmente pesa, sino lo que genera en nosotros. Como nos menciona Susan Sontag en su ensayo The Aesthetics of silence “…the space of the missing or ruptured dialogue, can also constitute the grounds for an ascetic affirmation.”[1]. Puede que Beckett sea el ejemplo más cercano que tenemos en la Literatura para el ascetismo, es más, su obra misma es un intento de ascetismo del lenguaje. Encarna al Rimbaud (que trata de renunciar a la poesía convirtiéndose en traficante) que hace su renuncia, continuando la creación. Deja atrás las construcciones que se esperan de un artista y edifica la caída de la propia obra. Y sin embargo, ninguno de los dos es totalmente capaz de aislarse. En sus últimas cartas Rimbaud sigue haciendo gestos poéticos, y Beckett jamás termina de escribir. Ya sea por inercia o por la incapacidad de abandonar el oficio.

[1] El espacio del diálogo ausente o fracturado puede también constituir las bases para una afirmación ascética The Aesthetics of Silence. Styles of Radical Will

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