Monday 21 August 2006

Guayasamín (Rimbaud maníaco-depresivo)

Continuamos, yet again, con el ensayo de Rimbaud

Pintor de gestos atormentados, puede que Guayasamín transmita casi inmediata y directamente lo que se tiende a pensar de los poetas malditos. Dolor, arte, gritos y una vida inestable. Como el mismo Guayasamín. Pero lo del pintor tiene más de teleserie de media tarde (de origen latinoamericano por supuesto) que de verdadera poesía. Lo que vincula a estas dos figuras es el sufrimiento, sólo que en estados y en planos diferentes. Resulta que el problema de Guayasamín es que es aburridamente típico: pintor, latinoamericano, deprimente, izquierdista, vanguardista. (“ismos” intrínsecos al estatuto poético/maldito) Al igual que muchos de sus contemporáneos. De la misma manera que Rimbaud también contenía algo del espíritu de su época. Parnasiano en algún momento, francés, poeta, joven, bohemio. Nada que lo diferencie mucho de sus colegas simbolistas. El espíritu rimbaudiano en Guayasamín se da, en cierta medida, en la evidencia de aspectos no tan agradables de la realidad. En la adopción de un estilo que es, finalmente, oscuro. La diferencia es que esta es una oscuridad de Prozac mientras que la de Rimbaud es una oscuridad de Revolución Industrial. El dolor que transmite Guayasamín es eminentemente expresivo, casi diríamos exhibicionista, dado su origen psicológico (y, por que no decirlo, contexto postmoderno). La bifurcación se da en que a Guayasamín podemos mandarlo a terapia mientras que Rimbaud nos manda a nosotros a algún tipo de búsqueda con su miseria[1].
[1] L’affreuse evocation, j’éxecre la misére (Qué espantosa evocación, detesto la miseria). Une saison en Enfer.

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