Tuesday 3 October 2006

Ensayo para la Fundación Democracia y Desarrollo I

Dinámica, Democracia y Desarrollo

Dentro del devenir histórico contemporáneo (considerando como punto de partida el establecimiento mayoritario de regímenes de corte republicano-constitucionalista
[1] a lo largo del mundo Occidental, desde inicios y durante el siglo XIX hasta el día de hoy) es posible observar una serie de conflictos y discusiones en torno a las respuestas que ofrecen los diferentes actores sociales para poder afrontar las problemáticas que tienen ante sí. Piedras angulares de este continuo debate han sido los conceptos de Libertad, Justicia, Desarrollo, Crecimiento, Democracia, Liberalismo-Conservadurismo, Estado, Derecho, Igualdad, Riqueza, Opinión Pública, Ciudadanía, entre otros. No obstante la importancia individual y colectiva que puedan tener, nos convocan particularmente dos palabras: Desarrollo y Democracia.

Antes de analizar las posibles relaciones (tanto conceptuales y teóricas como prácticas) entre Democracia y Desarrollo, es conveniente y necesario llegar a una definición de ambas ideas, si bien no definitiva y perpetua, al menos clara para los efectos de nuestra reflexión. Sin embargo, resulta evidente que para ello no podemos ceñirnos a las acotaciones conceptuales que nos pueda entregar un diccionario (no obstante el valor académico que éste pueda tener, es clave el elaborar definiciones propias y funcionales a las pretensiones de estudio que nos convocan). Entenderemos entonces por Democracia el sistema de gobierno que hoy identificamos como Democracia Liberal, tipo de gobierno en el cual los ciudadanos eligen representantes para llevar a cabo la toma de decisiones. En concordancia con lo anterior, hablaremos de un sistema o de prácticas democráticas al hacer referencias a todas aquellas acciones tendientes a involucrar a los ciudadanos en dicho proceso.

Ahora bien, si queremos establecer una definición para Desarrollo, corresponde que hagamos una diferenciación, con el fin de otorgarle el grado de complejidad que amerita el concepto. En términos económicos, el Desarrollo de un país puede concebirse como el hecho de que éste haya alcanzado ciertos estándares internacionales de estabilidad y dinamismo macro y micro económico (i.e. control inflacionario, crecimiento del PIB sobre determinadas cifras, relativamente bajo desempleo, industrialización que permita sustentar la economía nacional, buena distribución del ingreso, etcétera). No obstante, no parece que este solo criterio pueda dar luces sobre el grado de desarrollo de los países. En un plano político, podría hablarse de desarrollo como un grado elevado de funcionalidad en las instituciones estatales. Esto es, eficiencia y capacidad de gestión dentro de la administración pública y los poderes del Estado. A ello debe agregársele una disposición modernizadora, que cristalice en un estado de reforma permanente. De la misma manera que en Occidente se ha planteado la noción ‘estado de crisis permanente’ (apuntada a hacernos ver que siempre hay cosas que pueden mejorarse y que estamos constantemente enfrentados a problemas), la idea de ‘reforma permanente’ tiene como fin traer a colación el hecho de que es necesario el adaptarse con tal de poder sobrellevar las dificultades que se presentan. Finalmente, al hablar de desarrollo sociocultural, entenderemos primero un cierto consenso por parte de los actores sociales (no solo clases, sino también el Estado, el empresariado, los distintos gremios) de que es necesaria la paz social para poder alcanzar mejores niveles de vida. A su vez, podremos ver el desarrollo en el mantenimiento y generación de cultura, ésta correspondiendo no exclusivamente a formas artísticas o libros leídos per cápita (aun cuando ello influya en el Desarrollo cultural de un país), sino también las costumbres y la civilidad de las Sociedades
[2].

Con todo lo anterior en mente, corresponde entonces que podamos enunciar primero el alcance del análisis. Esto es, qué tanto pretendemos abarcar dentro de los conceptos ya mencionados. Parece claro que, dado que estamos tratando con ideas que se gestaron y tienen más larga data en el mundo Occidental
[3], es en ese ámbito en el cual nos moveremos (tanto para ejemplificar como para hacer un contraste empírico de lo planteado). Haremos, por cierto, las salvedades que amerite el caso.

[1] No parece adecuado hablar, en esta época, de democracias liberales, dado que la conformación de dichos Estados no logra constituirse como un fenómeno claro a lo largo de Occidente durante el temprano siglo XIX.
[2] Bajo este prisma, es viable sostener que el perfeccionamiento moral de las Sociedades (no tanto como un objeto, sino más bien como una actitud) y la percepción colectiva de éste constituyen un factor para evaluar el nivel de Desarrollo de un país. No obstante, esto es bastante debatible y no fácilmente cuantificable como para establecer claras relaciones comparativas de Desarrollo entre países.
[3] Entiéndase por Occidente a Oeste de Europa (Unión Europea), los países de América y países como Australia y Nueva Zelanda.

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