Tuesday 13 April 2010

Invectivas laicistas

Esta última semana la gran mayoría de los medios (de información?), por no decir todos, se han encargado casi sin falta de recordarnos la presencia en Chile de Tarcisio Bertone. El Secretario de Estado del Vaticano fue recibido por Piñera el mismo día en que Placebo estuvo por La Moneda. Piñera aprovechó, considerando que el caballero andaba por la zona, de invitar a su jefe para que se diera una vuelta por el fundo, cuando tenga tiempo.

Quisiera aventurar aquí una opinión que parecería ridícula: en Chile el laicismo se ha vuelto imposible, y volverlo posible debe ser una consigna no sólo de izquierda, sino especialmente de la izquierda marica. Digo que es una opinión que parecería ridícula porque me parece que en su aparente simpleza y obviedad están implicadas cosas bastante más substantivas que el mero anticlericalismo.

Que el laicismo se ha vuelto imposible queda evidenciado por dos ausencias notorias: la reciente ola de denuncias por abusos sexuales asociados a instituciones católicas (y la polémica asociada a actuales jerarcas de la Iglesia, Ratzinger incluído) y las declaraciones de Bertone ayer mismo a la prensa desvinculando celibato y pedofilia, asociándola con clara convicción a la homosexualidad. Quizás debería haber dicho que el anticlericalismo es lo que se ha vuelto imposible, aunque yo mismo no puedo delimitar con claridad qué concepto sería más preciso en esta situación.

De cualquier manera, ni la clase política ni los medios han sido capaces de relevar los temas ni de ponerlos en discusión más amplia. Me parece que ello no hace sino demostrar el grado de compromiso con una esfera de discusión pública sin ánimos de abandonar la hegemonía de los elementos más opresivos del catolicismo. En otras palabras: la presencia actual de Bertone en Chile y sus dichos son avalados por el servilismo casi ultramontano de Gobierno, Derecha y Concertación, mucho más dispuestos a lamerle el culo a una sarta de pensionistas europeos que viven de la explotación de la caridad de los pocos fieles pobres convencidos que le quedan (y de las generosas donaciones de legiones de fundamentalistas que exhudan la riqueza del país).

Al igual que los sectores empresariales, la Iglesia Católica no quiere admitir el grado de intervención política que tiene como sector organizado. Precisamente el ocultamiento de las formas mediante las cuales supervisa parámetros fundamentales de la discusión política, especialmente aquellos relacionados con la sexualidad, el género, y la corporalidad, hace que sea urgente el buscar una manera de quebrar su influencia. Porque, por mucho que Canal 13 renueve su logo cada dos años y busque alolarse, hoy funciona tanto como una máquina de propaganda gobiernista como el nicho desde el cual se admite la dominación invisibilizada del catolicismo reaccionario.

Ciertamente, esta es una polémica que huele a modernismo por todas partes. Y debiera. Porque si hay algo que debiese teñir cualquier invectiva contra la jerarquía católica y sus simpatizantes de las élites políticas, sociales, y económicas, es el hecho de que en América Latina catolicismo y colonialismo han estado asociados desde un comienzo. El hecho es que ha sido la propia Iglesia la que se ha encargado de dejar en el silencio tanto el abuso sexual como a sus voces críticas internas (surgidas de la misma Latinoamérica!). De ahí que me parezca que si buscamos algo así como la emancipación de la heterosexualidad obligatoria, situada desde nuestra posición como sociedad tercermundista buscando compulsivamente asimilarse a una postmodernización neoliberal, se vuelva necesario: denunciar la complicidad de la esfera pública chilena con la mantención de relaciones de subordinación ideológica respecto de los postulados reaccionarios que emanan desde el Vaticano; atacar descarnadamente el encubrimiento y silenciamiento del accionar político de la Iglesia, especialmente en su reforzamiento explítico de la heterosexualidad obligatoria.

En definitiva, el llamado sería a quebrar (si es necesario mediante violencia - simbólica, material, intelectual, nunca tenemos suficientes armas) el consenso político nacional, podrido y rezumante del papismo más náuseabundo. Si ha de existir tal cosa como la nación de lxs chilenxs, entonces esta no será católica, así sea necesario tener que meterse uno por uno en el culo los crucifijos del país.

No comments: