Thursday 15 July 2010

Observaciones a propósito del debate sobre matrimonio homosexual en Argentina

Estoy viendo por streaming la sesión en el Senado argentino sobre la ley de matrimonio homosexual. No sé si declararme sorprendido. O más bien, no sabría cómo calificar mi sorpresa. Este asunto del espacio público para el debate democrático queda puesto en cuestión de manera muy llamativa: se abre un momento de discusión a nivel social, pero la discusión que establece los parámetros normativos ha sido expropiada precisamente de esos espacios sociales.

Hay cosas que me perturban e inquietan, por ejemplo, que se signe la discusión en torno a que si el Ejecutivo hizo tal o cual cosa, que si el gobierno, que el oficialismo. O, lo que puede resultar aún más engañoso: que por qué se le da tanta atención a este problema si que hay muchos otros problemas, muchas otras formas de discriminación, &c. Ello manifiesta al menos dos cosas: de un lado una táctica de distracción que finalmente desenfoca el debate sobre la pertinencia de una ley sobre matrimonio homosexual; de otro, el viejo argumento de la izquierda tradicional (o incluso de ciertos sectores 'progresistas') que todo lo que tiene que ver con las locas y las tortas es un poco menos importante.

Otro asunto que me produce ansiedad tiene que ver con los argumentos que se han esgrimido, ya a un nivel conceptual. Cosas que van desde 'esencia humana', 'orden natural', 'discriminación', 'evolución', 'cambio cultural', 'dios', 'familia', 'personas vulnerables', 'adopción'. Con Felipe Rivas discutía hace unos días sobre cómo se ha adoptado una retórica (en el debate sobre matrimonio) que signa el matrimonio con derecho de adopción como el máximo estado de avance dentro de la lucha LGBT, mientras que la unión civil sería un paso intermedio, pero desde el cual sería posible progresar hacia el matrimonio. Las leyes antidiscriminación ocuparían entonces un lugar ambiguo, que permitiría avanzar en la judicialización de las demandas LGBT. Dicha retórica evolucionista no hace sino validar la posición (hoy hegemónica) de la homosexualidad de Estado como única lógica públicamente aceptable de existencia política de sexualidades que se adecuan a la heteronorma.

El problema más grave, pensando ahora en una posición desde la disidencia sexual, es que la hegemonía que hoy ejercen las posturas de la homosexualidad de Estado sobre el conjunto diverso del movimiento LGBT no hace sino invisibilizar y minimizar los agenciamientos críticos que se han lanzado desde la disidencia sexual. Ello tiene, quizás, todo que ver con el vocabulario de la discusión, vale decir, con asuntos fundamentalmente ideológicos. Resulta paradojal que aun cuando la disidencia sexual en Chile se ha esforzado por desarrollar un proyecto de crítica fundamentado en la reflexión teórica, sus posturas no han logrado una preponderancia ideológica. Vale decir, ha habido una elaboración ideológica intensa, pero la lucha ha sido mucho menos exitosa en ese otro campo (digamos, el social/cultural). De ahí que sigamos hablando de derechos, de discriminación, &c.

Resulta entonces que una consecuencia es que hay que plegarse a la demanda; la correlación de fuerzas es absolutamente desfavorable, por lo que desligarse y desacreditar la demanda por el matrimonio (al menos en Argentina) significaría un retroceso mucho más grave. La pregunta entonces es, ¿cómo plegarse sin perder potencialidad crítica? ¿O será acaso mejor guardar un silencio cómplice? ¿Qué hacer para avanzar posturas que emancipen y que no reproduzcan las formas de dominación que implica el sistema del matrimonio (en tanto institución heteronormativa)? ¿Cómo posicionar los temas que siguen desligados del movimiento LGBT (patologización trans, protocolos de asignación de sexo, cruces de raza/diferencia sexual, entre muchísimos otros)? Por cierto, la confrontación hoy con la Iglesia y sectores conservadores es algo que no puede abandonarse. Pero tampoco podemos subordinarnos a la jerarquía del movimiento LGBT y sus posturas homosexuales de Estado.

(Al final el problema siempre es 'qué hacer')

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