Monday 12 July 2010

Todavía no se ha acabado

Hoy se terminó el mundial. Pero no se ha terminado el football. No se ha terminado el nacionalismo. No se ha terminado el fascismo. No se han terminado las alzas de la locomoción colectiva. No se ha terminado Piñera (ni Kramer, a pesar de la censura que se disfraza). No se ha terminado Lavín ni la privatización de la educación. Menos se ha terminado la privatización de la salud, de las pensiones, de la tierra, del agua, del derecho a existir, de la política, del sexo, de la 'democracia en que vivimos', de los medios de comunicación, de la cultura, de las ideas (casi). No se ha terminado el país de Pinochet. No se ha terminado el neoliberalismo (menos aún el capitalismo). No se ha terminado el patriarcado, la heteronorma. No se ha terminado el racismo (en el sur, en el norte, y en todos los lados posibles en donde pululamos lxs chilenxs, criados bajo la negación permanente de cualquier posibilidad de pensar la pervivencia del racismo en la República; el racismo nos acompaña y hay que extirpárselo de la cabeza, hay que hacerse una lobotomía para dejar de ser racista, hay - he llegado a pensarlo, pero no estoy seguro - que dejar de ser chilenx para dejar de ser racista). ¿Pero no es acaso evidente que no se han acabado (aún) todas las entretejidas formas de dominación y explotación? ¿Habríamos de ser tan ingenuxs como para pensar que se habrían acabado? Tal vez sea ese el principal problema: creernos por encima de toda ingenuidad. Creernos infalibles políticamente.

Por suerte aún no se ha acabado la izquierda. O cierta izquierda al menos.

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