Sunday 12 June 2011

¿Toma?

El viernes se decidió, en asamblea de Facultad, ir a toma. No puedo dejar de decir que la decisión me parece en sí un error, considerando las circunstancias en que nos encontramos. La Casa Central está también en toma, y ocupar la Facultad no hace sino dividir fuerzas. Por lo demás, las circunstancias en que se tomó la decisión no dejan de ser controvertidas. A diferencia de otras ocasiones, hay fuertes discrepancias sobre la pertinencia y la legitimidad de la medida. Si bien se cumplió con el quórum requerido por estatutos, la votación fue de 120 contra 90. Una vez zanjada la toma, cerca de 50 personas se largaron del Ágora (al menos esa es la información que ha circulado). Sumemos a lo anterior que, con la toma, se contraviene del todo una determinación que había sido adoptada por la Asamblea durante la semana: no subirse a una toma sino en contexto de una toma de campus.

Resulta claro que el marco de referencia de la votación apunta a un problema importante de la democracia estudiantil en la Facultad de Filosofía y Humanidades. Pensar que la legitimidad de una decisión (en democracia directa) viene dada única y exclusivamente por el número de manos alzadas es, cuando menos, una opinión políticamente miope. Resulta paradojal que sea una facultad de humanidades la que termine por entronizar, merced de la acción de grupos políticos específicos, la validez de lo cuantitativo por sobre lo cualitativo. En consecuencia, me parece que cualquier elusión del carácter efectivo que tiene nuestra democracia estudiantil no puede ser otra cosa que autocomplacencia.

Considero notorio, en las actuales circunstancias, que gran parte de las tensiones entre los colectivos políticos que se desplegaron el año pasado hayan cambiado. Como en años anteriores, la movilización ha mostrado lo peor del trotskismo, mientras el FEL ha pasado a moderarse en sus habituales peleas domésticas. En efecto, ha habido una ampliación de la participación política, cosa que la orgánica de la Facultad suele privilegiar en tiempos de movilización. Sin embargo, se nota que la irresponsabilidad y la falta de madurez de lxs estudiantes ha pasado la cuenta. No ha habido voluntad de aprender de los errores de tomas anteriores, ni tampoco ha habido constancia a la hora de articularse en el espacio local con funcionarixs y académicxs. Eso es una debilidad evidente de la orgánica actual (en particular) y del movimiento estudiantil (en general).

Sea como fuere, espero que la medida de la toma pueda ser reconsiderada. Afecta al conjunto de la comunidad, en circunstancias que el mismo estamento estudiantil de pregrado está dividido sobre el tema. Hay que establecer prioridades políticas, coordinarse en serio, mapear las actividades y ser responsables en su ejecución. Si no es así, venir a quejarse por el desfonde del movimiento será tan infantil como la toma.

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