Thursday 2 January 2014

A propósito de "Hey, hey, hey".

Pocas otras cosas debería provocar el video del último single de Los Tres que no fuesen desconcierto, rabia o indignación, aun de quienes han salido a defender el clip. Nuevamente se reflota el argumento de que quienes criticamos no seríamos otra cosa que "feministas amargadas", "histéricas", "gente sin sentido del humor"; el machismo que se blinda tras la cortina del sarcasmo, acusándola a una de poco vuelo o de seriedad excesiva. 

No me interesa ahora el contenido. El video está a la vista, lo mismo que los comentarios profusos. Me surge, en realidad, sólo una pregunta. Si tanta repulsión nos causa que se banalicen el femicidio y el erotismo lésbico (doble banalización de ambas, pues, si del primero se hace justificación y burla -con la letra y el 'baile' del cuerpo amortajado-, al segundo se lo utiliza como marco frívolo de la sátira noir, aniquilando a las protagonistas, a la vez que se lo representa como válido solamente merced a las actrices que, sumisas, cumplen los cánones dominantes de belleza), entonces, ¿cuál creemos que sería una representación legítima de la violencia machista? ¿Cabe, acaso, desmenuzar el video para dar con aquello que nos irrita al punto de la verborrea?

El desafío no es menor. De momento, no se me ocurre cómo resolver el entuerto, porque no bastaría con decir que una representación que se fugue de estos clichés será, por ello mismo, una representación feminista. Lejos de ello, la pregunta nos obliga a pensar en cómo la representación de la violencia nos afecta, aun más allá de la querencia ideológica. Como se desprenden de incontables ejemplos pop, no es la adscripción militante la que otorga, necesariamente, las herramientas de la liberación. Es, en parte, tarea de la crítica (y no me refiero con ello al trabajo pseudo-profesional de un grupete intelectualizado, sino a la tarea crítica, esa que le es propia a cada cual que se confronta desnaturalizadamente con las cosas, incluso si esa confrontación recurre al tan vilipendiado sentido común) el desempacar esos sentidos emancipatorios. Pensar-hacer una imagen de las manifestaciones múltiples del patriarcado heterosexual que nos comprometa con su eliminación me resulta una tarea tan difícil como necesaria. De seguro que su elaboración ha ya empezado, no me cabe duda, pero videos como "Hey, hey, hey" refuerzan las urgencias y las angustias.

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